La Tricolor paraliza varias zonas del país cuando juega y sobre todo cuando se trata de partidos definitivos en una Eliminatoria. En medio de una situación difícil en el país donde era pan de cada día los atentados de las Farc, este grupo armado aprovechó un partido para sorprender a los uniformados.

Colombia recibió a Bolivia el 20 de agosto de 1997 por la fecha 15 de las Eliminatorias rumbo a Francia 1998. El partido inició a las 9:10 pm y los del ‘Bolillo’ Gómez ya ganaban 2 – 0 en el primer tiempo con goles del ‘Pitufo’ de Ávila y el ‘Pibe’ Valderrama. En Cabrera, municipio cundinamarqués a solo 144 kilómetros de Bogotá, los habitantes seguían el juego como la mayoría del país. La Selección Colombia con el triunfo quedaba muy cerca de clasificar a la Copa del Mundo.

Sobre las 10:30 pm, unos 15 minutos después de iniciado el segundo tiempo, cerca de 250 guerrilleros atacaron la estación de policía. Se trataba de integrantes de los frentes 51, 54 y 55 que se enfrentaron ante 16 policías. Según información de las autoridades la mayoría de los guerrilleros eran mujeres y menores de edad. El 26 de octubre de ese año en Colombia se iban a llevar a cabo las elecciones locales y las Farc se tomaban diversos municipios para presionar el aplazamiento.

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Justamente en Cabrera varios candidatos al concejo y la alcaldía habían renunciado a su aspiración días antes. Mientras en el Metropolitano de Barranquilla se celebraba el gol del Tino Asprilla que liquidaba el marcador 3 – 0, en Cabrera los habitantes se escondían detrás de los muebles o debajo de las camas para protegerse. Cerca de la medianoche los guerrilleros les pidieron a los policías que se rindieran. En ese momento ya eran dos las víctimas fatales: el agente Rufino Rivas y el patrullero Jhon Jairo Zapata.

Algunos habitantes contaron después que los policías debieron huir por los techos de las casas y por eso sus viviendas también fueron atacadas. Hasta las 2:30 am hubo rendición. Los guerrilleros destruyeron algunos locales comerciales y la Caja Agraria de donde robaron alrededor de 80 millones de pesos. El ejército y los refuerzos llegaron a las 2:50 am cuando la mayoría de subversivos habían huido en buses y motos.

“Aunque temo por mi vida y no tengo garantías para continuar en el mandato, no voy a renunciar. No puedo dejar el pueblo destrozado. Cada vez que alguien me dice que quiere abandonar el municipio, yo le pregunto que para dónde se va ir. Ellos no responden porque no tienen otro lugar”, le dijo el alcalde José Ancízar Cruz a El Tiempo. No contentos con esto los guerrilleros dejaron minas antipersona y un campesino murió horas después al pisar una de ellas.

La Selección Colombia clasificó al Mundial un mes después y el país siguió entre el ruido de la celebración y el de las explosiones y disparos en varias zonas del país. “Yo sí me llevo a mi mamá de aquí. No voy a permitir que le pase nada”, le aseguró Juvenal Molina, habitante de Cabrera, a El Tiempo. Como él muchos colombianos vivieron lo mismo.

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