El Huffington Post consultó a varios dermatólogos, entre ellos a Joyce Davis, quien comentó que el componente que es realmente perjudicial para la salud en este producto es el N-Diethyltoluamide, comúnmente llamado DEET.

Según el medio, algunos estudios encontraron que este componente podría producir fuertes reacciones en la piel, desarrollar cáncer y hacer que los bebés sufran convulsiones, pero hay otras pruebas que invalidan estos efectos en el organismo.

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Davis dice que lo primero que se debe hacer es revisar la concentración del líquido, que es equivalente al tiempo de acción, así con esto no se producirá una sobredosis del producto en la piel. También es importante ver su modo de uso, sí, suena demasiado obvio, pero pocos lo hacen.

Al revisar las etiquetas se puede evitar que tanto mujeres embarazadas como bebés corran riesgos, ya que el uso de algunos repelentes está prohibido en menores de 2 años, o tienen indicaciones de que debe ser aplicado primero en la mano del adulto, no directamente en la piel del pequeño.

“Para evitar la sobreexposición, los niños solo deben usar repelentes de insectos con una concentración de DEET del 15 por ciento, y los adultos deben usar repelentes que no excedan el 30 por ciento”, dijo la especialista al medio.