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Escrito por:  Fabián Ramírez
Subeditor     Abr 26, 2024 - 10:03 am

La psiquiatra Laura Villamil habla sobre un fenómeno psicológico profundamente arraigado en la literatura clásica, pero sorprendentemente pertinente en la actualidad: el síndrome de Fortunata.

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Este síndrome, que toma su nombre de la novela ‘Fortunata y Jacinta’ de Benito Pérez Galdós, describe la compleja red emocional de quienes se enamoran y desarrollan una dependencia hacia una persona casada, a menudo contra sus propios valores o creencias.

Según Villamil, “el síndrome de Fortunata hace referencia a la situación que vive una persona que se enamora y produce dependencia hacia una persona casada, donde los pensamientos optimistas y la idealización de lograr un futuro idílico siempre rondarán la mente de la persona afectada”. Esta condición no solo encapsula la esperanza y el deseo, sino también una profunda vulnerabilidad emocional.

La historia de Fortunata, atrapada en un triángulo amoroso con Juan Santa Cruz y su esposa Jacinta, sirve como un espejo de la realidad para muchos. La novela detalla cómo, a pesar de ser la amante de Juan y tener hijos con él, Fortunata se ve consumida por sentimientos de rabia, envidia y, en ocasiones, admiración hacia Jacinta, debido a la incapacidad de Juan de dejar a su esposa.

Este síndrome se caracteriza por una dependencia emocional intensa hacia la persona casada, convirtiéndose a menudo en un reto personal el creer que el otro dejará a su pareja.

“Muchas de las personas con el síndrome de Fortunata inicialmente dicen que desconocían el estado civil de la persona infiel, utilizando este ‘desconocimiento de la relación’ o autoengaño como mecanismo de defensa”, explica Villamil.

Sin embargo, la raíz de este síndrome puede ser multifacética, abarcando desde la búsqueda de relaciones dramáticas y tormentosas hasta la influencia de patrones observados en la infancia.

“Las personas que se obsesionan con alguien con un compromiso, tienen tendencia masoquistas”, señala Villamil, destacando cómo el drama se convierte en una forma de sentirse vivo y amado.

Además, el síndrome de Fortunata frecuentemente se manifiesta en individuos con baja autoestima, que no se sienten capaces de ser amados de manera plena y exclusiva, optando en su lugar por “conformarse con migajas”. Esta búsqueda de validación desemboca en una competencia constante con la pareja oficial, socavando aún más la autoestima del amante.

La posición de dominación mantenida por la persona casada impone un régimen de frustración, depresión, ansiedad y rabia en el amante, quien se ve incapaz de oficializar la relación. Ante esta realidad, Villamil enfatiza la importancia de buscar ayuda terapéutica para aquellos que se encuentran atrapados en este ciclo de dependencia emocional.

El síndrome de Fortunata, aunque arraigado en una novela del siglo XIX, resalta un desafío psicológico y emocional muy real y presente en la sociedad contemporánea. La comprensión y el tratamiento de este síndrome son esenciales para liberar a los afectados de las cadenas de una obsesión destructiva y guiarlos hacia relaciones más saludables y satisfactorias.

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Factores de riesgo de enamorarse de casados

● Cultura: la sociedad colombiana aún conserva una visión tradicional del matrimonio, lo que podría aumentar la vulnerabilidad a este tipo de relaciones.
Machismo: normaliza la infidelidad masculina, perpetuando la dinámica del síndrome de Fortunata.
● Falta de educación emocional: la baja autoestima y la dificultad para establecer relaciones sanas son factores que predisponen a este síndrome.

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