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La “pobreza de tiempo” se manifiesta principalmente en la vida de las mujeres, quienes soportan una sobrecarga de tareas no remuneradas asociadas al cuidado del hogar y la familia. Este trabajo invisible reduce el acceso de las mujeres a actividades recreativas, culturales y educativas, tal como lo evidencia la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo 2020-2021 del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). En Bogotá, el 89,2% de las mujeres dedican tiempo a trabajos no remunerados, frente al 69,4% de los hombres, y la diferencia de tiempo invertido por género supera las cuatro horas diarias. Las mujeres ocupan, en promedio, 6 horas y 47 minutos al día en estas labores, mientras que los hombres destinan 2 horas y 36 minutos, lo que marca una brecha profunda en autonomía y bienestar.
Esta situación, reflejada de manera contundente en Bogotá, es un fenómeno global según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), órgano que indica que la carga de trabajo no remunerado de las mujeres triplica la de los hombres a nivel internacional. Esta desigualdad limita su participación plena en el ámbito económico formal y fortalece estructuras históricas de desigualdad. Según estudios del Banco Mundial y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la pobreza de tiempo se traduce también en peores oportunidades de desarrollo profesional, menor acceso al autocuidado y deterioros en la salud física y mental.
Frente a este desafío, la Secretaría Distrital de la Mujer (SDMujer) impulsa el Sistema Distrital del Cuidado de Bogotá, orientado a reconocer, reducir y redistribuir el trabajo de cuidado no remunerado. Desde marzo de 2021 hasta junio de 2025, el sistema ha atendido a cerca de un millón de mujeres y familias, brindando más de 6.7 millones de apoyos. Servicios como las lavanderías comunitarias han permitido liberar más de 86.000 horas, y programas de cuidado infantil, 51.418 horas adicionales para quienes cuidan. Además, la formación brindada ha permitido a decenas de miles de mujeres capacitarse en habilidades digitales y laborales.
Modelos similares han demostrado éxito en otros países, como el “Observatorio del Trabajo No Remunerado” en España, que muestra que políticas públicas enfocadas en el cuidado reducen la brecha de pobreza de tiempo y fomentan la igualdad, según evidencia de esa fuente. A nivel internacional, el Foro Económico Mundial sostiene que la redistribución equitativa del trabajo doméstico incide favorablemente en la salud, la economía y la equidad de género. Así, el caso de Bogotá se destaca como una referencia regional por conjugar atención directa, formación y cambios culturales.




Abordar la pobreza de tiempo exige estadísticas consistentes y políticas públicas innovadoras. La experiencia de Bogotá refleja cómo la combinación de servicios concretos dirigidos a la población cuidadora y la educación en autonomía resuena con recomendaciones internacionales y evidencia reconocida por fuentes como el DANE, la OIT y el Banco Mundial. El reto pendiente es consolidar y ampliar estos esfuerzos, permitiendo que la redistribución del tiempo de cuidado se convierta en un derecho efectivo, principalmente para quienes históricamente han llevado la mayor carga.
¿Cómo afecta la pobreza de tiempo la salud mental y física de las mujeres? Esta pregunta profundiza en los efectos colaterales de trabajar tantas horas en labores no remuneradas, aspecto visibilizado por entidades como el Banco Mundial y la CEPAL en sus estudios citados. Las mujeres que enfrentan pobreza de tiempo ven disminuida la posibilidad de autocuidado y descanso, lo cual puede derivar en agotamiento físico y mayores niveles de estrés. Además, el tiempo reducido para actividades personales o recreativas afecta la salud mental y la sensación de bienestar general, perpetuando un círculo de desigualdad que va más allá de lo puramente productivo.
La importancia de este tema radica en que, como demuestran los datos del DANE y conclusiones del Foro Económico Mundial, la sobrecarga física y emocional puede impactar negativamente no solo a las mujeres individualmente, sino también a sus familias y a la sociedad en su conjunto. Mejorar la distribución del tiempo de cuidado es una estrategia clave para elevar los indicadores de salud pública y alcanzar mayor equidad social.
¿Qué es el trabajo no remunerado y por qué es relevante en el análisis de género? El trabajo no remunerado hace referencia a todas aquellas actividades productivas que no generan un ingreso directo, como el aseo del hogar, la preparación de alimentos, el cuidado de niños, ancianos o personas enfermas, tareas que recaen mayoritariamente sobre las mujeres. Como reporta la OIT y el Observatorio del Trabajo No Remunerado, abordar este tipo de labores es esencial para comprender las desigualdades persistentes en el acceso a la educación, al empleo y al tiempo libre.
La relevancia de considerar el trabajo no remunerado en el análisis de género radica en que permite entender cómo las mujeres dedican una parte sustancial de su jornada a actividades invisibles para la economía formal, lo que las coloca en situación de desventaja. El reconocimiento, reducción y redistribución de este trabajo, como plantea el Sistema Distrital de Cuidado de Bogotá, es una vía fundamental para alcanzar la igualdad y avanzar en el cumplimiento de derechos fundamentales.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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