Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amasteis a los hombres, que les dísteis en vuestro hijo la prenda de vuestro amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno de él os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro hijo humanado, suplicándoos por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con tal desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.

(Se reza tres veces Gloria al Padre).

(Vea también: Qué dice Jorge Rausch sobre los controvertidos buñuelos rellenos que se vuelven populares)

Consideración día octavo

Llegan a Belén José y María buscando hospedaje en los mesones, pero no encuentran, ya por hallarse todos ocupados, ya porque se les deshace a causa de su pobreza. Empero, nada puede turbar la paz interior de los que están fijos en Dios.

Si José experimentaba tristeza cuando era rechazado de casa en casa, porque pensaba en María y en el niño, sonreíase también con santa tranquilidad cuando fijaba la mirada en su casta esposa. El ruido de cada puerta que se cerraba ante ellos era una dulce melodía para sus oídos.

Eso era lo que había venido a buscar. El deseo de esas humillaciones era lo que había contribuido a hacerle tomar la forma humana. ¡Oh, Divino Niño de Belén! Estos días que tantos han pasado en fiestas y diversiones o descansando muellemente en cómodas y ricas mansiones, ha sido para vuestros padres un día de fatiga y vejaciones de toda clase. ¡Ay! El espíritu de Belén es el de un mundo que ha olvidado a Dios.

¿Cuántas veces no ha sido también el nuestro? Pónese el sol el 24 de diciembre detrás de los tejados de Belén y sus últimos rayos doran la cima de las rocas escarpadas que lo rodean. Hombres groseros, codean rudamente al Señor en las calles de aquella aldea oriental y cierran sus puertas al ver a su madre.

La bóveda de los cielos aparece purpurina por encima de aquellas colinas frecuentadas por los pastores. Las estrellas van apareciendo unas tras otras. Algunas horas más y aparecerá el verbo eterno.

Oración a la Santísima Virgen María

Soberana María que por vuestras grandes virtudes y especialmente por vuestra humildad, merecisteis que todo un Dios os escogiese por madre suya, os suplico que vos misma preparéis y dispongáis mi alma y la de todos los que en este tiempo hiciesen esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorado hijo. ¡Oh dulcísima madre!, comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con que lo aguardasteis vos, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

(Se reza tres veces el Avemaría).

Oración a San José

¡Oh santísimo José, esposo de María y padre adoptivo de Jesús! Infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan soberanos misterios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Os ruego, por el amor que tuvisteis al Divino Niño, me abracéis en fervoroso deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.

(Se reza un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria)

Gozos

Al terminar cada gozo, se canta: “Dulce Jesús mío, mi niño adorado, ¡ven a nuestras almas, ven no tardes tanto! ¡Ven no tardes tanto!” o “ven, ven, ven, ven a nuestras almas, Jesús, ven, ven, ven, ven; ven a nuestras almas Jesús, ven, ven a nuestras almas; ¡no tardes tanto, no tarde tanto, Jesús, ven, ven! ¡Ven, ven!”.

  1. Dulce Jesús mío, mi niño adorado, ¡ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  2. ¡Oh, Sapiencia suma, del Dios soberano, que a nivel de un niño, te hayas rebajado!  ¡Oh, Divino Niño, ven para enseñarnos, la prudencia que hace verdaderos sabios! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  3. ¡Oh, Adonai potente, que Moisés hablando, de Israel al pueblo diste los mandatos! ¡Ah, ven prontamente para rescatarnos, y que un niño débil muestre fuerte el brazo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  4. ¡Oh, raíz sagrada, de José que en lo alto, presentas al orbe, tu fragante nardo! Dulcísimo Niño que has sido llamado Lirio de los valles, Bella flor del campo. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  5. ¡Llave de David que abre al desterrado las cerradas puertas de regio palacio! ¡Sácanos. Oh, Niño, con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  6. ¡Oh, lumbre de Oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas, tu esplendor veamos! Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  7. ¡Espejo sin mancha, santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano! ¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de niño, da al mísero amparo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  8. ¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro. De Israel anhelo, Pastor del rebaño! ¡Niño que apacientas con suave cayado, ya la oveja arisca, ya el cordero manso! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  9. ¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto, bienhechor rocío como riego santo! ¡Ven hermoso Niño, ven Dios humanado! ¡Luce, Dios estrella! ¡Brota, flor del campo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  10. ¡Ven que ya María previene sus brazos, do su niño vean, en tiempo cercanos! ¡Ven que ya José, con anhelo sacro, se dispone a hacerse de tu amor sagrario! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  11. ¡Del débil auxilio, del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado! ¡Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  12. ¡Ven ante mis ojos, de ti enamorados! ¡Bese ya tus plantas! ¡Bese ya tus manos! ¡Prosternado en tierra, te tiendo los brazos, y aún más que mis frases, te dice mi llanto: ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  13. ¡Ven Salvador nuestro, por quien suspiramos! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
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Oración al Niño Jesús

Acordaos, ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijisteis a la venerable Margarita del santísimo Sacramento, y en persona suya a todos vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Llenos de confianza en vos, ¡oh Jesús!, que sois la misma verdad, venimos a exponeros toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos por los méritos infinitos de vuestra infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a vos, ¡oh Niño omnipotente!, seguros de que no que dará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén.

Villancico: ‘Campana sobre campana’

Campana sobre campana
Y sobre campana una
Asómate a la ventana
Verás el niño en la cuna

Belén, campanas de Belén
Que los ángeles tocan
¿Qué nuevas me traéis?

Recogido tu rebaño
¿A dónde vas, pastorcito?
Voy a llevar al portal
Requesón, manteca y vino

Belén, campanas de Belén
Que los ángeles tocan
¿Qué nuevas me traéis?

Campana sobre campana
Y sobre campana dos
Asómate a la ventana
Porque está naciendo Dios

Belén, campanas de Belén
Que los ángeles tocan
¿Qué nuevas me traéis?

Caminando a medianoche
¿Dónde caminas, pastor?
Le llevo al niño que nace
Como Dios mi corazón

Belén, campanas de Belén
Que los ángeles tocan
¿Qué nuevas me traéis?

Campana sobre campana
Y sobre campana una
Asómate a la ventana
Veras al niño en la cuna

Belén, campanas de Belén
Que los ángeles tocan
¿Qué nuevas me traéis?

Recogido tu rebaño
¿A dónde vas, pastorcito?
Voy a llevar al portal
Requesón, manteca y vino

Belén, campanas de Belén
Que los ángeles tocan
¿Qué nuevas me traéis?