Los actuales sistemas alimentarios son responsables de distintas problemáticas como la deforestación, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático. Estos generan el 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), usan el 71% de la tierra habitada y el 69% del agua dulce del mundo para la agricultura. A lo anterior se suma el alto consumo de productos de origen animal, el cual se ha convertido en un agravante de dichas problemáticas, pues el agua, la energía y las emisiones de GEI de estos, son mayores en comparación a los alimentos basados en plantas.

Como consumidores podemos hacer algunos cambios en nuestros hábitos de consumo para reducir la presión que genera la forma de alimentarnos sobre la biodiversidad y la naturaleza, mediante dietas ricas en plantas, granos, frutas, vegetales, nueces y leguminosas. Esto no implica eliminar los alimentos de origen animal de la dieta, sino que consiste en la reducción de su consumo a porciones pequeñas que permitan tener sistemas agroecológicos, regenerativos y con un gran nivel de bienestar tanto para los animales, así como para los consumidores.

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Pero, ¿qué hace que las dietas basadas en plantas tengan un menor impacto ambiental? El agua, la tierra, la pérdida de hábitat y la demanda energética detrás de la producción de estos alimentos, son algunos indicadores que muestran que los productos basados en plantas tienen un menor impacto ambiental en comparación a los alimentos derivados de animales. Por ejemplo, según el reporte “Alternativas Basadas en Plantas” de WWF, la leche de almendras en comparación a la leche de vaca, tiene menor incidencia sobre el planeta, ya que produce menos emisiones de GEI en un 43%, además de tener un menor impacto sobre la pérdida de hábitat.

Pero las dietas basadas en plantas no solo traen beneficios para el planeta, sino para la salud de las personas. Eso, si se planea cuidadosamente su consumo para poder cumplir con los requerimientos nutricionales necesarios y reemplazar los minerales y aminoácidos presentes en los alimentos de origen animal. Como señala el informe de WWF, es posible obtener el espectro completo de proteína que requiere el cuerpo si se consumen diversas clases de plantas o alimentos. También, se debe considerar la biodisponibilidad de los nutrientes en el contexto de las dietas basadas en plantas, es decir, la capacidad que el cuerpo tiene para aprovechar un nutriente específico, absorberlo y convertirlo en proteína.

Alimentación sostenible

Las dietas basadas en plantas tienden a tener un menor impacto planetario en comparación a los alimentos de origen animal. Por ello, como comunidad global es posible reducir la huella ambiental al incrementar la proporción de productos de origen vegetal que se consumen. Mientras estén disponibles, sean asequibles y proporcionen los requerimientos nutricionales para cada individuo, alimentos como la carne y el pescado producidos sosteniblemente, son valiosas fuentes nutricionales para muchas comunidades, y en algunas áreas, incluso pueden jugar un rol central en el manejo del ecosistema.

A pesar de que algunas personas se puedan beneficiar al reducir el consumo de ciertos tipos de alimentos, no hay una necesidad universal de eliminar algún elemento de nuestras dietas. Basta con aumentar el consumo de productos de origen vegetal y asegurarse de que la variedad de alimentos que se consume sea correctamente producida. Al remover alimentos producidos insosteniblemente, es decir, que causan deforestación o conversión de hábitats silvestres, degradación del agua y la calidad del suelo, o que producen un exceso de GEI, podemos asegurarnos de que todos tengamos la posibilidad de comer lo que nos gusta. Aquí una receta que con la que puedes empezar a aumentar el consumo de alimentos de origen vegetal:

Cómo hacer croquetas de frijol

Las legumbres -lentejas, frijoles secos, garbanzos, alverjas- son plantas que fijan nitrógeno que beneficia a la salud del suelo, lo que permite mejorar sus condiciones de crecimiento y también las de otras plantas. También, fomentan la absorción de carbono del suelo y la filtración del agua para hacerla más limpia. Los frijoles son una fuente de proteína para el ser humano con un bajo impacto ambiental, tanto en emisiones de carbono como en el aprovechamiento del agua. Por ejemplo, para producir un kilo de carne de res, pollo y soya se necesita utilizar 18, 11 y 5 veces respectivamente más agua que para producir un kilo de frijoles.

Ingredientes de la ensalada:

  • · 250 gr de frijol verde
  • · 1 pimentón
  • · 1 huevo
  • · 1 cebolla cabezona
  • · 4 dientes de ajo
  • · 1 taza de arroz cocido
  • · 1 cucharadita de comino en polvo
  • · 1 cucharadita de tomillo fresco o deshidratado
  • · 1 cucharadita de sal
  • · Pimienta al gusto

Procedimiento:

1. Agrega los frijoles a una olla a presión. Añade suficiente agua que los cubra y transfiere a la estufa a fuego medio. Una vez hierva el agua tapa la olla y deja cocinar por 15-20 minutos.

2. Pon a rostizar el pimentón en el fuego directo hasta que su piel esté quemada por completo. Una vez esté rostizado, transfiere a un plato hondo y cúbrelo con otro plato o tapa para que sude por 10 minutos y sea más fácil pelarlo.

3. Pica finamente la cebolla y el ajo. Calienta una sartén con aceite de oliva y saltea la cebolla y el ajo hasta que estén fragantes y traslúcidos.

4. Pela el pimentón, retira las semillas y pícalo finamente.

5. En un bowl grande y con la ayuda de un tenedor, haz puré los fríjoles cocidos.

6. Agrega al bowl la cebolla y el ajo, el pimentón, el arroz, el huevo y las especias. Mezcla bien hasta que todos los ingredientes estén bien incorporados.

7. Arma las croquetas del tamaño que más te guste y cocínalas en una sartén con un poco de aceite durante 10 minutos por lado y lado. También podrías hornearlas por 25 minutos a 180ºC.