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Este artículo fue curado por pulzo   Sep 23, 2025 - 3:57 pm
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El enamoramiento, pese a ser un fenómeno experimentado por la mayoría de las personas, encierra procesos biológicos que trascienden la mera experiencia emocional. Según la psicóloga Gloria Hurtado, este estado inicial se caracteriza por una “explosión química” en el cerebro, dominada principalmente por la dopamina. Esta sustancia química, asociada a las sensaciones de placer y motivación, incrementa su presencia en el cerebro cuando una persona se siente atraída y vinculada emocionalmente a alguien. Como resultado, emergen pensamientos recurrentes hacia la pareja y un deseo persistente de cercanía, configurando patrones de comportamiento comparables a los de una adicción, tal y como se detalla en el reportaje original.

Esta mecánica cerebral ayuda a explicar por qué la ruptura amorosa produce una afectación tan profunda en quienes la padecen. El acostumbramiento del cerebro a los picos de dopamina hace que, con su ausencia, surja un vacío emocional difícil de soportar. Las manifestaciones físicas y psicológicas que acompañan este proceso tienen similitud con los síntomas de abstinencia observados en otras dependencias, lo que subraya el componente casi fisiológico del apego amoroso. Así, la frontera entre el placer y el dolor afectivo se diluye, mostrando que el amor implica una dependencia neuroquímica, tal como describe el análisis de Hurtado.

En investigaciones publicadas por Nature Reviews Neuroscience (Aron et al., 2020), se profundiza sobre las áreas cerebrales involucradas en el enamoramiento, como el núcleo accumbens y la corteza prefrontal. Estas regiones, responsables de la recompensa, la toma de decisiones y el autocontrol, presentan una actividad inusualmente elevada durante los primeros meses de la relación romántica. Este hallazgo ayuda a comprender por qué se adoptan conductas obsesivas y, a veces, riesgosas al vincularse emocionalmente. Además, se ha demostrado que hormonas como la oxitocina y la vasopresina, estudiadas por el Instituto Kinsey en 2018, tienen papeles clave en el fortalecimiento del apego y la confianza entre las personas, elementos fundamentales para la estabilidad de los lazos afectivos.

Frente a la vivencia del desamor, la terapeuta Susan Campbell ha recomendado prácticas como el “contacto cero”, orientadas a romper la dependencia emocional. Según Campbell (2023), eliminar toda comunicación posibilita que la mente reduzca su dependencia neuroquímica, facilitando una verdadera desintoxicación emocional y permitiendo redirigir la atención al bienestar individual. Este enfoque no solo acelera la recuperación sino que previene retrocesos en el proceso de sanación afectiva.

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En el plano histórico y cultural, el amor ha sido fuente de mitos, reflexiones filosóficas y literatura, pero la neurociencia moderna, como expone Helen Fisher (2016), aporta evidencia objetiva de que estos mecanismos cerebrales forman parte de una estrategia evolutiva de la especie humana. El amor romántico, según la autora, favorece la formación de vínculos estables y la cohesión social, coadyuvando en la supervivencia comunitaria. Por tanto, enamorarse implica mucho más que un simple sentir; es el resultado tangible de procesos fisiológicos que han acompañado a la humanidad desde sus orígenes.

¿Cómo afecta el "contacto cero" al proceso de recuperación tras una ruptura amorosa? Implementar el "contacto cero" implica suprimir tanto la comunicación directa como la exposición a la expareja en redes sociales y ambientes compartidos. Esta estrategia, validada por especialistas como Susan Campbell, permite que el cerebro disminuya progresivamente la activación de los circuitos neurales asociados a la dependencia emocional. De este modo, la persona afectada puede atravesar el proceso de duelo de forma más sostenida, evitando recaídas frecuentes que suelen ser detonadas por la interacción con la expareja.

En la recuperación emocional, el distanciamiento temporal y absoluto sirve como una especie de "desconexión" neuroquímica que disminuye los síntomas de abstinencia. Al interrumpir los estímulos que alimentan el apego, el sujeto se ve obligado a buscar nuevas fuentes de placer y sentido personal, facilitando la reconstrucción de su estabilidad mental. Este proceso puede llevar tiempo, pero el fundamento biológico respalda su eficacia como herramienta terapéutica.

¿Por qué la dopamina es tan relevante en el enamoramiento y la ruptura? La dopamina, neurotransmisor principal en los procesos de placer y motivación, se activa con intensidad cuando se inicia una relación amorosa. Tal como señalan la psicóloga Gloria Hurtado y los estudios citados, este incremento hace que los estímulos recibidos por parte de la pareja adquieran un gran valor emocional, intensificando la conexión y el deseo de proximidad.

Ante la ruptura, la brusca reducción en los niveles de dopamina provoca un estado de carencia similar al de otras adicciones, lo que explica las emociones intensas de tristeza, ansiedad o incluso síntomas físicos. Este papel central de la dopamina contribuye a entender por qué las relaciones sentimentales pueden repercutir tan profundamente en la vida psíquica y salud emocional de las personas.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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