“Si es algo que no puedes ver, es fácil fingir que no existe”, dice John Crimaldi, catedrático de Ingeniería Civil, Medioambiental y Arquitectónica de la Universidad de Colorado (Estados Unidos). A lo que hace referencia Crimaldi, es a lo que sale expulsado del inodoro una vez se baja la llave y el agua se lleva los líquidos y sólidos.

El problema, como acaba de confirmar un equipo de ingenieros de esta institución, es que así no se puedan ver, las partículas que salen expulsadas del inodoro no deberían ignorarse. Por el contrario, deberían llamar la atención de todas las personas, pues algunas representan un riesgo para la salud.

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Crimaldi, junto a otros cinco colegas, publicaron hace algunos días el primer estudio que visualiza la cantidad de aerosoles, así como la velocidad y dispersión de partículas, resultante de bajar la cadena en un baño público.

“Al crear imágenes visuales espectaculares de este proceso, nuestro estudio puede desempeñar un papel importante en los mensajes de salud pública”, apuntó el autor principal de la investigación que fue publicada en Scientific Reports de Nature.

Y es que desde hace más de seis décadas, los investigadores sabían que, al bajar la cadena del inodoro si bien el agua baja, también se liberan al aire diminutas partículas que son invisibles para el ojo humano. Por eso, el equipo de ingenieros apuntaron dos láseres hacia un sanitario.

Cada uno de los láseres tenía un objetivo. “Uno brillaba continuamente sobre el retrete, mientras que el otro enviaba pulsos rápidos de luz sobre la misma zona. El láser constante revelaba en qué parte del espacio se encontraban las partículas suspendidas en el aire, mientras que el láser pulsante podía medir su velocidad y dirección”, explicó la universidad a través de un comunicado. Dos cámaras capturaron imágenes de alta resolución.

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Lo que encontraron fue que las partículas suspendidas en el aire salen disparadas a una velocidad de dos metros por segundo y llegan a alcanzar una altura de hasta 1,5 metros por encima del inodoro. El equipo también pudo determinar que las gotas más grandes suelen caer a las superficies en segundos. Pero, partículas más diminutas, de aproximadamente cinco micras (la millonésima parte de un metro) pueden quedar suspendidas en el aire por más de un minuto.

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Para el equipo de científicos era importante determinar el comportamiento de estas partículas, pues estas pueden transportar patógenos como las bacterias Escherichia coli y Clostridium difficile, que pueden generar graves síntomas poniendo en riesgo la vida de las personas. También virus como el norovirus o adenovirus.

Ahora, con la evidencia de cómo se dispersan estas partículas, el equipo sugiere que se adelanten campañas pedagógicas para que la gente conozca estos riesgos y los reduzca en el día a día. Pero, también esperan que estos resultados le sirvan a los diseñadores de inodoros para que adapten nuevos diseños que minimicen la dispersión de las partículas.