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Este artículo fue curado por pulzo   Sep 6, 2025 - 9:15 am
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El sueño, considerado un pilar esencial para el bienestar físico y mental, enfrenta actualmente el desafío de los trastornos que afectan a millones de personas. Estas afecciones, como el insomnio, la apnea del sueño, el síndrome de piernas inquietas y la narcolepsia, impactan de manera significativa distintos ámbitos de la vida al provocar fatiga constante, irritabilidad, dificultades de concentración y elevar el riesgo de enfermedades crónicas como la hipertensión y la depresión. Esta problemática ha sido resaltada en publicaciones de la revista Sleep Medicine, que advierte la importancia de un diagnóstico y tratamiento oportunos para prevenir consecuencias graves.

Según la misma fuente, las mujeres adultas presentan una prevalencia considerablemente mayor: el 76% manifiesta al menos un síntoma de trastorno del sueño, mientras que cifras suministradas por la Asociación Colombiana de Medicina del Sueño (ACMES) confirman que en Colombia el 59% de la población reporta este tipo de problemas, con más del 40% recurriendo a medicamentos para poder dormir. Esta diferencia de género se vincula a factores hormonales, sociales y psicológicos, lo que demuestra la importancia de enfoques específicos para cada grupo poblacional.

El proceso del sueño no es uniforme, sino que transcurre a través de varias fases: transición de la vigilia al sueño, sueño ligero, sueño profundo y la etapa conocida como sueño de Movimientos Oculares Rápidos (REM). Cada una desempeña un papel fundamental en la reparación corporal y mental; interrumpir cualquiera de estas etapas puede afectar la memoria, la estabilidad emocional y aumentar la propensión a enfermedades metabólicas. Por ello, los expertos recomiendan prestar atención a señales de alarma como el despertar frecuente o la somnolencia diurna, así como reconocer factores de riesgo entre los que se encuentran antecedentes familiares, obesidad y afecciones crónicas.

Abordar esta problemática exige más que hábitos saludables como horarios regulares, evitar las pantallas antes de dormir, crear ambientes propicios, hacer ejercicio físico y mantener una dieta balanceada. Según los especialistas entrevistados en Neurological Society Journal, también resulta vital fortalecer las redes de apoyo social para el manejo del estrés, pues esto impacta en la calidad del sueño y en la salud mental. Automedicarse o minimizar los síntomas puede llevar a complicaciones graves; un diagnóstico y tratamiento tempranos son fundamentales para evitar daños persistentes.

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La Organización Mundial de la Salud (OMS) identifica estos trastornos como una preocupación sanitaria global, asociada a la vida urbana, el estrés y hábitos poco saludables. Estimaciones de la OMS sitúan en un 27% a la población mundial que padece insomnio crónico. Esta condición no solo perjudica la calidad de vida individual; genera pérdidas económicas vinculadas a la reducción de la productividad y los accidentes laborales.

Por su parte, investigaciones de la National Sleep Foundation (NSF) subrayan la necesidad de adaptar los métodos de diagnóstico y manejo teniendo en cuenta factores culturales, ya que las causas y manifestaciones pueden variar entre diferentes comunidades, como lo revelan estudios realizados en poblaciones indígenas. Estas diferencias culturales exigen respuestas interdisciplinarias para su adecuada atención.

El futuro de la medicina del sueño, según entrevistas publicadas en Neurological Society Journal, apunta hacia tratamientos personalizados respaldados por inteligencia artificial y la monitorización constante a través de dispositivos tecnológicos. Este enfoque pretende mejorar la detección y adaptar las terapias a cada individuo, disminuyendo el uso innecesario de medicamentos y transformando el cuidado de los trastornos del sueño.

En consecuencia, la salud del sueño debe ser interpretada como un derecho y una prioridad de salud pública, sustentada en la evidencia científica, la atención a factores personales y contextuales, y el desarrollo de políticas que garanticen estilos de vida saludables y acceso oportuno a tratamientos especializados.

¿Por qué las mujeres son más propensas a los trastornos del sueño? El artículo indica que las mujeres adultas presentan una prevalencia mayor de síntomas relacionados con los trastornos del sueño, alcanzando un 76% frente a cifras inferiores en hombres, según Sleep Medicine y la ACMES. Este fenómeno ha sido analizado por expertos, quienes encuentran una relación con factores hormonales —como los ciclos menstruales, el embarazo y la menopausia—, además de determinantes sociales y psicológicos. Entender la causa de este mayor impacto resulta relevante no solo para la investigación clínica, sino también para el diseño de estrategias específicas de prevención y atención que respondan a las necesidades concretas de la población femenina, garantizando así un enfoque integral en salud pública.

¿Qué es la fase REM del sueño y por qué es importante? La fase de Movimientos Oculares Rápidos, conocida como fase REM, es una de las etapas esenciales del ciclo de sueño donde se registra una intensa actividad cerebral y ocurren la mayoría de los sueños. De acuerdo con el texto, en esta fase se consolidan los recuerdos y se recicla la actividad cognitiva. La importancia de la fase REM radica en su papel para la reparación mental y emocional. Su alteración puede provocar problemas de memoria, dificultades cognitivas y afecciones emocionales. Por ello, los expertos insisten en proteger la calidad y cantidad del sueño REM como parte de un tratamiento integral de los trastornos del sueño.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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