El ‘síndrome del trabajador invisible’ es común entre los empleados más eficientes, quienes, al no quejarse ni llamar la atención, pueden quedar atrapados en una rutina que no les permite avanzar en su carrera profesional. De este modo, a pesar de ser los más productivos, son los más perjudicados al no recibir las compensaciones y el reconocimiento que merecen.
Los empleados más eficientes y menos propensos a quejarse en una empresa suelen ser los más afectados, aunque a primera vista pueda parecer lo contrario. Este fenómeno, replicado por El Tiempo, se debe a varios factores que influyen en la dinámica laboral y las percepciones dentro de una organización.
Primero, la tendencia a sobrecargar a los empleados eficientes se deriva del hecho de que los líderes o gerentes los perciben como personas capaces de manejar grandes cantidades de trabajo sin quejarse. Esto puede llevar a que les asignen tareas adicionales, confiando en que siempre cumplirán con sus responsabilidades de manera efectiva. En muchos casos, estos empleados no rechazan nuevas asignaciones o se sienten incapaces de expresar sus límites debido a su fuerte ética de trabajo.
Otro factor clave es la falta de reconocimiento y recompensa adecuada. Los empleados eficientes, al no quejarse, pueden pasar desapercibidos para la dirección, lo que causa un vacío en términos de recompensas, tanto económicas como en reconocimiento.
A diferencia de aquellos que levantan la voz o piden aumentos, estos trabajadores no se promueven a sí mismos y suelen recibir menos reconocimiento por sus logros. Esto puede resultar en una frustración silenciosa, pues su esfuerzo no es valorado de manera proporcional.
Además, los empleados más comprometidos a menudo terminan asumiendo tareas que no corresponden a sus responsabilidades originales, lo que incrementa su carga laboral sin que se les ofrezcan beneficios adicionales. Esto puede provocar agotamiento, desmotivación e incluso rotación, ya que estos empleados, al sentirse infravalorados, buscan nuevas oportunidades donde su esfuerzo sea mejor recompensado.
¿Cuáles son las señales de agotamiento en empleados en empresas?
Detectar el agotamiento laboral (‘burnout’) en los empleados implica observar un conjunto de señales que afectan lo emocional, lo cognitivo y lo físico. No se trata solo de cansancio, sino de un desgaste profundo resultante del estrés crónico mal gestionado, como lo define la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La primera señal evidente es el agotamiento emocional y el cinismo. Los empleados comienzan a mostrar una fatiga persistente que el descanso de fin de semana no alivia. Esto se combina con un distanciamiento mental, apatía, irritabilidad frecuente y una actitud negativa o cínica hacia las tareas, los clientes o los compañeros, algo que antes no ocurría.
A nivel cognitivo y conductual, el rendimiento se desploma. La Clínica Mayo destaca la dificultad para concentrarse y la falta de satisfacción con los logros. Esto se traduce en una marcada disminución de la productividad, incumplimiento de plazos y un aumento de errores inusuales en tareas rutinarias.
Físicamente, el cuerpo somatiza este estrés crónico. Son comunes los dolores de cabeza tensionales, problemas gastrointestinales, tensión muscular en cuello y espalda, y alteraciones significativas del sueño, como el insomnio. El sistema inmunológico también puede debilitarse, llevando a enfermedades más frecuentes.
Además, el aumento de la irritabilidad y el estrés es otra señal clara de agotamiento. Los empleados que están agotados pueden volverse más impacientes, mostrar frustración excesiva por tareas pequeñas o experimentar emociones intensas, lo que afecta las relaciones laborales y el ambiente en la empresa.
Finalmente, una señal clara para la organización es el cambio en los patrones de asistencia. Esto incluye un aumento del ausentismo (incapacidades o faltas) y del “presentismo”: el empleado está físicamente en su puesto, pero desconectado y sin capacidad de aportar valor real a sus funciones.
* Pulzo.com se escribe con Z
LO ÚLTIMO