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En la búsqueda de la fuente de la juventud mental, la clave podría encontrarse en un lugar inesperado: el agua. A medida que envejecemos, nuestro cuerpo experimenta cambios en la proporción de agua que contiene, lo que influye en nuestra salud cognitiva de maneras sorprendentes.
La falta de agua, incluso en cantidades leves, puede impactar negativamente en la atención, la memoria y el tiempo de reacción debido a la reducción del flujo sanguíneo y la disminución del suministro de oxígeno al cerebro, que, sorprendentemente, está compuesto en un 75 % por agua.
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Investigadores de la Unidad de Nutrición Humana de la Universidad Rovira i Virgili (URV), el Institut d’Investigació Sanitària Pere Virgili (IISPV) y el Centre de Recerca Biomèdica Xarxa de Fisiopatologia de l’Obesitat i la Nutrició (CIBERobn) llevaron a cabo un estudio para explorar la relación directa entre los niveles de hidratación y el rendimiento cognitivo en personas mayores con sobrepeso u obesidad. Los resultados fueron reveladores.
La recomendación es consumir al menos entre 8 y 10 vasos de agua al día, con un consumo adicional si se hace actividad física. Los alimentos ricos en agua, como sandía y fresas, así como verduras como la lechuga y el pepino, también pueden contribuir significativamente a mantener una hidratación adecuada.
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Dado que a menudo olvidamos beber agua a lo largo del día, una solución efectiva podría ser establecer alarmas en nuestros dispositivos móviles para cumplir con nuestro objetivo diario de hidratación. Llevar una botella de agua consigo a todas partes también es una excelente estrategia para asegurar una hidratación constante, sin importar dónde nos encontremos. La clave para mantener nuestra mente ágil y joven podría residir en el simple acto de beber agua.
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