La mujer, que desde 2017 vive en Barcelona (España), cayó inconsciente el pasado 3 de noviembre durante su ascenso a la cumbre del collado Torreneules, y en seguida, con una temperatura corporal de solo 18 grados centígrados, entró en paro cardíaco, informó La Vanguardia.

Roman Schoeman, esposo de Audrey, estaba con ella ese día y le contó al diario español cómo vivió ese angustioso momento:

“Primero, [Audrey] empezó a decir cosas sin sentido; después dejó de hablar, solo hacía ruidos. Dejó de moverse. Nos quedamos un rato sentados en la nieve. Después quedó inconsciente. Sus ojos hicieron un movimiento como si rodaran y exhaló como un último suspiro. Intenté buscar su pulso y ver si respiraba pero no encontré nada, ningún signo de vida”.

De acuerdo con el mismo medio, dos amigas de la pareja alertaron a los organismos de socorro al ver que Audrey y Roman no llegaban un lugar de encuentro que habían acordado previamente.

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La mujer fue trasladada de inmediato a un hospital, donde los médicos aplicaron por primera vez en un caso de hipotermia severa el dispositivo ECMO, que permite suplir la función cardíaca mediante un sistema que oxigena la sangre fuera del cuerpo y la devuelve al organismo después de controlar su temperatura con un circuito de agua, señaló EFE.

Según indicó el médico Eduard Argudo, del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, el corazón volvió a palpitar sin que quedaran secuelas ni daños neurológicos en la mujer.

Una de las “pocas ventajas” de una hipotermia severa como esta, explicó el médico, es que, debido a la baja temperatura del cuerpo, el organismo puede aguantar 6 horas en paro cardiaco. Esto “deja más margen para actuar a pesar de que el tiempo sigue jugando en contra”, precisó.

Argudo añadió que si Audrey “hubiese llegado con una parada cardiaca tan prolongada a una temperatura normal”, se habría certificado “su muerte”.