Los grandes carros del mercado se han destacado por ser vehículos innovadores, atractivos por su diseño e imponentes por su motor; sin embargo, también hay automóviles estrafalarios o singulares que han llevado más allá los límites de la lógica de los amantes del mundo de las ruedas. 

Uno de ellos es el carro más largo del mundo que fue incluido en el Récord Guinness. Su historia se remonta a los años 90, cuando Jay Ohrberg, reconocido coleccionista de carros, se animó a la arriesgada idea de tener el vehículo con más longitud del planeta. 

Al automotor lo llamó The American Dream (El Sueño Americano) y se basa en una limusina Cadillac El dorado, de 1976. Inicialmente, el carro tenía una extensión de 18,28 metros y con su modificación llegó a 30,5 metros que le permitió obtener la distinción mundial. 

El carro se construyó en dos secciones que fueron unidas por una bisagra para poder dar vuelta en las curvas cerradas. Se puede conducir desde ambos lados de la cabina y en su interior cuenta con los lujos que un vehículo de su estilo podría tener. 

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Tiene un espacio para 75 pasajeros quienes cuentan cada uno con una cama. Además, tiene piscina con trampolín, jacuzzi, bañera, campo de minigolf, varios televisores, teléfono, nevera para y su mayor atracción es un helipuerto desmontable que logra soportar hasta 2.000 kilos.

El carro fue abandonado por Ohrberg y guardado en un almacén de Nueva Jersey. En 2014, Michael Mannig, dueño del Automuseo que se encarga de enseñanza técnica sobre vehículos, fue el que asumió los costos para reparar y remodelar esta joya.

“Encontré el coche por primera vez en una exposición de automóviles en Nueva Jersey y era una basura. Estaba cubierto de grafitis, las ventanillas estaban rotas y los neumáticos pinchados, pero de todos modos me enamoré de él. Dije: ‘Voy a usar este coche, voy a traerlo y a restaurarlo’”, comentó en charla con Guinness Record.

El proyecto costó más de 250 mil dólares, es decir, 957 millones de pesos colombianos (a cambio de hoy) que fueron invertidos en materiales, arriendo y mano de obra. Además de Mannig, la reparación también contó con la ayuda financiera de Michael Dezer, propietario del Dezarland Park Car Museum and Tourist Attractions en la ciudad de Orlando.