Gmail, uno de los servicios de correo electrónico más usados en el mundo y pieza clave en la vida digital de millones de personas, vuelve a estar en el centro de las alertas de seguridad debido a una modalidad de ataque que permite a los delincuentes apoderarse de varios servicios a partir de una sola intrusión.
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Investigadores en ciberseguridad advierten que este tipo de ataques, que pasan inadvertidos durante horas e incluso días, se ha convertido en una de las amenazas más peligrosas para los usuarios comunes y para quienes manejan información sensible desde sus cuentas, según recogió Infobae.
El motivo es simple: gran parte de las plataformas digitales, desde redes sociales y aplicaciones de mensajería hasta servicios financieros, permiten iniciar sesión a través de Google.
Esto convierte al correo electrónico en algo más que un buzón de mensajes: lo transforma en una puerta maestra que, una vez abierta sin autorización, deja expuestos datos personales, información financiera, accesos a billeteras digitales y hasta a procesos internos de trabajo.
El riesgo principal radica en que basta vulnerar una sola contraseña para abrir paso a un efecto dominó. Cuando un atacante obtiene acceso al Gmail de un usuario, puede revisar la bandeja de entrada, interceptar códigos de verificación, activar procesos de recuperación de clave en aplicaciones externas y hasta modificar los dispositivos autorizados para ingresar a la cuenta.
La gravedad aumenta porque las primeras etapas del ataque no generan señales claras. No siempre aparece una notificación de acceso inusual y, en ocasiones, los delincuentes logran camuflar su actividad para evitar alertar al dueño legítimo.
Ese margen de tiempo les permite consolidar el control de la cuenta y manipular conexiones externas antes de que el usuario siquiera sospeche que algo anda mal.
Además, el correo electrónico sigue siendo uno de los canales más utilizados para el ‘phishing’, es decir, la suplantación de servicios oficiales con el fin de robar credenciales. Los estafadores envían enlaces falsos que imitan a la perfección paneles de seguridad, notificaciones de bancos o mensajes de plataformas populares. Cualquier descuido al abrir uno de estos enlaces puede entregar a los atacantes la llave de entrada a todo el ecosistema digital del usuario.
Otro aspecto que preocupa es la cantidad de aplicaciones que los usuarios vinculan a su cuenta de Google sin hacer revisiones posteriores. Muchas de estas conexiones quedan activas durante años, incluso cuando ya no se utilizan. Cada permiso otorgado es un canal adicional que, si llega a presentar una vulnerabilidad, puede ser aprovechado por ciberdelincuentes.
Los especialistas recomiendan revisar periódicamente la lista de aplicaciones que tienen acceso a la cuenta. Desde allí es posible identificar servicios que ya no se necesitan, revocar autorizaciones antiguas o detectar plataformas que nunca deberían haber estado vinculadas. En muchos casos, estas pequeñas auditorías terminan revelando movimientos sospechosos que habían pasado desapercibidos.
¿Cómo protegerse de los ataques en Gmail?
La protección de la clave sigue siendo el elemento más básico —y a la vez más ignorado— de la seguridad digital. Los expertos insisten en que usar la misma contraseña para diferentes servicios es una de las prácticas más peligrosas. Cuando una plataforma externa sufre una filtración, los atacantes suelen probar automáticamente esas claves en cuentas de Google, con altos niveles de éxito.
Por esta razón, se recomienda contraseñas largas, únicas y con combinaciones complejas de letras, números y símbolos. Para muchos usuarios, los gestores de contraseñas se han convertido en un aliado confiable, ya que permiten almacenar múltiples claves sin necesidad de memorizarlas ni recurrir a libretas físicas que pueden extraviarse o ser fotografiadas sin permiso.
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