Las series y películas venían siendo las únicas dos cartas para jugar en la próxima guerra del streaming, pero la aparición del deporte en vivo, históricamente al margen de estas plataformas, podría cambiar las reglas.

Hasta ahora, la cadena Netflix siempre se ha negado a invertir en este nicho, así como Hulu. Solo Amazon movió con cautela sus peones (fútbol americano, tenis, campeonato de fútbol inglés), pero no dejaba de ser un competidor menor.

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Antes del lanzamiento de su servicio de streaming, Disney ya había sacudido el orden establecido en abril de 2018 con ESPN+, la versión plataforma de su red de canales deportivos, la más poderosa del mundo.

A partir del 12 de noviembre, Disney+ ofrecerá una fórmula que incluirá ESPN+ y Hulu por 12,99 dólares al mes, el precio estándar de Netflix en Estados Unidos.

Y al anunciar a fines de julio que el deporte en vivo sería “un elemento importante” de la nueva plataforma HBO Max, el director ejecutivo del operador de telecomunicaciones AT&T, Randall Stephenson, también marcó una pauta.

En 2018, 43 de los 50 principales eventos televisados en Estados Unidos por el tamaño de sus audiencias fueron deportivos. Sin embargo, en los deportes, al igual que en las series y películas, surge el tema de los derechos de transmisión, que asciende a miles de millones de dólares para las disciplinas más populares.

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Si bien Disney y WarnerMedia tienen la intención de integrar una oferta deportiva consistente con su servicio de video en línea, no se trata de cambiar todo su contenido en streaming.

“Lo que Disney está haciendo con ESPN será la norma en los próximos años”, es decir, “una mezcla de transmisión por internet y de transmisión a través de canales tradicionales”, dijo John McGuire, profesor especializado en la intersección del deporte y los medios en la Universidad del estado de Oklahoma.

La cautela de las plataformas también tiene razones técnicas: garantizar la transmisión en línea y en vivo de un evento “requiere una infraestructura considerable” y “la infraestructura aún no está a la altura”, explicó John Skipper en CNBC.

Algunas fallas recientes lo han confirmado. Consciente del problema, Disney no dudó en gastar 2.600 millones de dólares para tomar el control en 2017 de la firma técnica especializada en transmisión de deportes BAMTech Media. Y es que, a pesar de los problemas, todos quieren posicionarse. Ganar suscriptores, especialmente para nuevas plataformas, pero también enfrentarse a la competencia, incluidas las propias ligas.