Todo se aceleró después de que el Reino Unido se convirtiera el miércoles en el primer país en aprobar la vacuna BioNTech/Pfizer, con lo que se cree que las autoridades médicas de todo el mundo no tardarán en pronunciarse sobre las solicitudes de autorización presentadas por los laboratorios.

Esa vacuna de BioNTech/Pfizer necesita -70 grados para conservarse, y ya una pyme picó en punta al ofrecer la solución para su conservación y transporte. La empresa Va-Q-Tec, con sede en Wurzburgo, Baviera, lidera en materiales superaislantes que ayudan a mantener la cadena de frío.

Joachim Kuhn, director de la compañía, compara sus productos con el funcionamiento de “grandes termos”. Pero, en realidad, cada una de estas joyas tecnológicas es un contenedor que utiliza partículas de sílice, gracias a las cuales se puede mantener una temperatura constante, que va desde unos grados de refrigeración hasta el frío polar, durante diez días.

Lo curioso es que esos contenedores se transportan en empaques que a primera vista parecen cajas ordinarias, que finalmente llevarán las vacunas contra el coronavirus por el planeta.

En los hangares de Va-Q-Tec se despliega un trajín de máquinas elevadoras alrededor de trabajadores que ensamblan paneles con cola o fabrican revestimientos al vacío para equipar las cajas.

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A mediados de noviembre, Va-Q-Tec anunció un acuerdo para el suministro de contenedores térmicos con “un fabricante farmacéutico internacional de primer orden” de la vacuna contra el COVID-19, pero agregó que el secreto profesional le impedía citarlo. Los medios de comunicación han mencionado la posibilidad de que se trate de Pfizer.

En total, la pyme está implicada “en 30 a 40 proyectos” relacionados con la vacunación contra el COVID-19 en todo el mundo, afirma Kuhn.

Va-Q-Tec construirá “más de 10.000 contenedores el año que viene”, contra una flota de 2.500 hasta la fecha, que propone para alquiler, añade el director.

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Incluso a temperaturas muy bajas, estos materiales solo necesitan un mínimo de hielo seco, otra ventaja cuando los recursos de este nuevo oro blanco son limitados. Funcionan sin motor eléctrico para enfriar, a diferencia de los superfrigoríficos.

La compañía también planea fabricar más de 100.000 cajas del tamaño de las neveras para pícnic, en comparación con las 25.000 que tiene en stock.

“Nuestros equipos están preparados” y las dos fábricas del grupo, situadas en Alemania, funcionarán noche y día, asegura Kuhn.

En el pasado, Va-Q-Tec ya se ha ganado la confianza de una clientela de laboratorios para el transporte a muy baja temperatura de Ingredientes Farmacéuticos Activos (API, por sus siglas en inglés).

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Ante el desafío de los envíos de vacunas a África, América Latina o parte del sudeste asiático, con altas temperaturas e infraestructuras deficientes, Va-Q-Tec ha ideado una solución: un contenedor más ligero, revestido de cartón reciclable y entregado en piezas que serán ensambladas en el lugar.

Una innovación más para esta antigua empresa emergente, lanzada en 2001 por Kuhn, estudiantes de la Universidad de Wurzburgo y el Centro Bávaro de Investigación Energética Aplicada (ZAE), partiendo de investigaciones sobre materiales aislantes poco voluminosos.

La compañía emplea ahora a 500 personas en el mundo, con una facturación de 65 millones de euros (79 millones de dólares) en 2019.

Cotiza en la Bolsa de Fráncfort desde 2016. Su capitalización ha subido en las últimas semanas hasta los 500 millones de euros (600 millones de dólares), todavía muy lejos de los miles de millones de otras compañías alemanas de biotecnología como los laboratorios BioNTech o Curevac, que han optado por cotizar en el Nasdaq estadounidense.

El mercado de los contenedores térmicos, también codiciado por la estadounidense Csafe y la sueca Envirotainer, crece un 10% cada año. Va-Q-Tec cree poder superarlo ya que viene creciendo entre el 20 y el 30% desde hace más de una década.

La tecnología térmica de Va-Q-Tec podría utilizarse en refrigeradores de alta gama, el aislamiento de edificios, el revestimiento de tuberías y calderas e incluso en el sector aéreo y automovilístico, comenta Guido Hoymann, analista de Metzler.

Una vez que termine la fase de vacunación del coronavirus, Kuhn está convencido de que no acabarán con una “una gran flota de contenedores sin usar”.