Desde 1970, cuando Manuel abrió su punto en la entrada a la galería, por el sector de las carnicerías, no ha habido un fin de semana que se deje de vender este plato, que es uno de los más apetecidos en esta población del norte del Tolima.

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La historia de la Lechonería Carrillo e Hijos inició luego de que don Manuel, quien fue jornalero, carnicero, cogió café, y también pasó por la salsamentaria Tovar, habló con un amigo que lo animó a preparar lechona, pues le veía potencial en la manera en que la preparaba.

Según su hijo Gabriel, la primera lechona que preparó su padre fue precisamente para la boda de su amigo, y con todos los materiales prestados; él le dijo: ‘Hágale que usted puede, le queda bien’, y así decidió su nueva labor.

Lechona del Líbano, Tolima, es con arroz

El punto de venta es el mismo desde hace medio siglo, en la entrada al pabellón de carnes y aunque la gente les dice que la lechona no lleva arroz, ellos responden firmemente, “la de Líbano sí contiene”. Incluso, dice Gabriel con orgullo, sus platos ya salieron del país.

“Somos cinco hermanos y a todos nos dieron estudio con la venta de lechona, algunos son profesionales y ahora con mi hermano Víctor atendemos el local, pues mi padre tiene 73 años y por quebrantos de salud poco viene. […] Esta, se puede decir, es una lechona gourmet, pues tratamos de que tenga menos hueso, esté menos grasosa, que a la gente no le parezca hostigante y tenga ese gusto por comerla”, agregó Gabriel Carrillo.

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El trabajo empieza el martes, cuando Víctor trae los cerdos desde Falan, mientras el miércoles los sacrifican, los adoban, se arregla la carne y se deshuesa.

El viernes, los rellenan y le agregan un poco de arveja y en el horno duran 12 horas.

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“Ese horno tiene más de 100 años, allí caben varias lechonas. En temporada alta vendemos unas cuatro lechonas en un día”, comentó uno de los familiares del creador.

Otra particularidad de este plato es que no se acompaña con arepa sino con insulso.