Un extranjero sin importar su nacionalidad, hace turismo bancario, caminando de entidad en entidad preguntando si le es posible, bien por negocio o por caridad que le abran una cuenta.
En el país, los bancos comerciales tienen un poder discrecional que les permite aceptar o rechazar la apertura, emprendedores lo sufren todos los días, e incluso a los clientes antiguos les pueden aceptar o rechazar un giro internacional por simple sospecha.
El crimen nos ha obligado a pensar mal, el lavado de activos hoy se hace más por canales electrónicos que con gente envuelta de dinero por todo el cuerpo.
¿Cómo llega al país la plata del muy rentable negocio de venta de drogas?
¿Cómo sale del país el dinero de la compra de armas o del narcotráfico?
Cada vez más, mediante cuentas de empresas inexistentes o extranjeros que luego no tienen ninguna relación con el país, al que nuestro muy débil sistema judicial es incapaz de perseguir.
Eso es una verdad de un tamaño considerable, pero también lo es, que por cuenta del miedo al ilícito de un pequeño grupo de extranjeros, le hacemos la vida imposible a una gran cantidad de extranjeros que quieren traer capital a Colombia, para invertir, gastar o proteger. Si así funcionamos sistemáticamente como país, el miedo al ilícito restringiría todo derecho civil.
Solucionamos el problema impidiendo la apertura de cuentas, EE. UU, que protege su sistema financiero como –el que más- permite que extranjeros tengan productos financieros, con estrictos controles al origen y destino del capital, pero sin limitar el acceso, porque al final y es otra verdad gigantesca, los delincuentes no se frenan porque no les abran una cuenta, mientras que los inversores y turistas si.
Los gerentes de los bancos son pequeños dictadores con la facultad para obviar o no, parte del procedimiento y permitir que un pasaporte se vincule a una cuenta, porque a pesar de las muchas trabas algunos lo consiguen, no sería entonces mejor generar unas reglas claras, un procedimiento transparente, para que cualquiera tenga una cuenta en Colombia, uno que de alguna forma nos permita atajar a los malos pero retener a los buenos.
Lo digo sin mayor interés, ya tuve una novia extranjera y casi que me tengo que casar para que le dieran una cuenta, sin contar lo que tuve que hacer para afiliarla a la EPS.
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