No me gustaría estar en estos momentos en la piel de ningún presidente del gobierno del planeta. Las decisiones que se toman sobre cómo afrontar la pandemia, tanto las medidas de confinamiento como las de vuelta a la normalidad, hay que tomarlas con un médico junto con un economista. El juego de la decisión es tan macabro, que salvar gran cantidad de vidas puede enviar a millones de familias a la miseria por muchos años.

Uno de los mayores expertos del mundo en prevención de riesgos, Philip Thomas, profesor de la Universidad de Bristol, alertaba hace unas semanas que si los confinamientos de la población eran demasiado largos, la economía de muchos países entrará en una depresión tan enorme que se condenará a muchos a vivir en la pobreza. Naciones Unidas advierte que el número de personas que vivan en condiciones muy precarias en América Latina puede aumentar en treinta y cinco millones… como si ya fueran pocos los que malviven en este continente.

Uno de los grandes gurús de la economía mundial, Nouriel Roubini, que se hizo famoso por adelantarse a la gran crisis económica del 2008, alertó en estas últimas semanas sobre los posibles escenarios futuros, y ninguno es alentador.

La mejor de las opciones es que salga una vacuna en los próximos meses, lo que cada día parece más factible. Si esto sucediera, tendríamos que tener muy en cuenta quién es el nuevo inquilino de la Casa Blanca. Si vuelve a ganar Donald Trump, las predicciones de Roubini son también catastróficas, pues la guerra comercial con China se agravaría llevándonos a una gran depresión. En resumen, hay varios escenarios factibles, pero el daño económico ya está hecho, y es grave en el mejor de los casos.

Todo lo que está sucediendo nos debe hacer reflexionar a futuro, tomando medidas en el presente. O la economía del mundo se reinventa, o el empobrecimiento de la clase media va a ser un cáncer que dinamite la sociedad en la que vivimos.

También es necesario reinventar el sistema político en que se desenvuelve el sistema. Me parece muy curioso que una de las mentes más brillantes de todos los tiempos, ni más ni menos que la de Albert Einstein, se adelantara hace casi un siglo a los cataclismos que asolarían a la especie humana. La propuesta de Einstein era la de crear un gobierno global, dicho de otra manera, que Naciones Unidas fuera útil de verdad. Un mundo donde se compartieran los recursos, con mayor igualdad entre países, y donde no existieran guerras por exaltación de nacionalismos.

Una utopía, quizás, lo que nos dijo el gran maestro de la física. Una utopía cada vez más necesaria, o el empobrecimiento nos llevará a un aumento de los populismos que puede terminar, de nuevo, en una gran guerra. Una que lleve a un final de la civilización tal y como la comprendemos.

Si quieren más datos sobre esto, aquí les paso un enlace a mi canal de Youtube: “Oculto tras la sombra”, donde comento esto con más detalle.

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