El objetivo es crear conciencia sobre el cuidado del planeta, particularmente en especies animales que están en grave peligro de extinción. Para lograrlo se realizó la proyección de algunos de los documentales más impactantes de la vida natural y charlas con expertos en temas medioambientales.

Este año la programación del evento fue encabezada por la dramática película S.O.S. Vaquita Marina, producida por National Geographic Documentary Films  con el apoyo de Leonardo Dicaprio, reconocido no solamente por sus protagónicos en las grandes de Hollywood, sino por su aporte desinteresado a la lucha contra el cambio climático.

El filme narra la desesperada lucha de un grupo de conservacionistas por salvar a las últimas vaquitas marinas que existen en la tierra, cuyo número disminuyó estrepitosamente según los monitoreos realizados desde 2015, cuando se contaban alrededor de 100 individuos. En el último informe científico publicado por Royal Society Open Science, se da cuenta de tan solo 10 ejemplares en seguimiento y una población que no superaría los 22 en las aguas del golfo.

La vaquita marina es el mamífero marino más pequeño y amenazado en la actualidad; por ser endémico del noroeste de golfo de California en México, lugar donde se realiza la pesca ilegal de la totoaba, también conocida como corvina blanca cuya vejiga es tan valiosa que le dicen “la cocaína acuática”, su extinción es inminente en un término que no podría superar los dos años según los expertos.

Un solo kilogramo de la vejiga seca de totoaba puede costar en el mercado negro de la China más de nueve mil dólares, esos son mal contados 31 millones de pesos, y es utilizada en la medicina tradicional de ese país para supuestamente aliviar una serie de dolencias de las que no existen sustentos científicos hasta la fecha.

Los pescadores ilegales de México, auspiciados por los carteles del narcotráfico que ya vieron en ese lucrativo negocio una manera de acrecentar su imperio criminal, extienden enormes redes de pesca por todo el golfo para capturar totoabas, pero en sus redes quedan atrapadas también las vaquitas marinas que irremediablemente mueren asfixiadas al no poder soltarse de las trampas. A los pescadores no les interesan, por lo que sus cadáveres son lanzados al mar.

Desde hace dos años el gobierno de México prohibió la pesca de estas dos especies, y aunque la creciente demanda del mercado asiático por la vejiga de la totoaba supone una lucha desigual entre quienes ahondan esfuerzos por salvar de la extinción a la vaquita marina y los pescadores ilegales patrocinados por el narcotráfico, aún existen esperanzas para que en un futuro cercano el golfo de california pueda volver a poblarse con esta maravillosa criatura.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.