El curso taller interactivo sobre el derecho a construir y disfrutar de una felicidad legítima, contó con la participación de unas 200 personalidades líderes entre jóvenes, mujeres, gestores, educadores, artistas, ejecutivos, deportistas, etc. realizándose un genuino acto de paz y convivencia en el salón rojo del Hotel San Martín.

La participación fue por invitación, dadas las limitadas condiciones logísticas y de recursos, lo cual desafortunadamente restringió la asistencia de muchas más personas que así querían hacerlo.

En un episodio cálido, sorprendió el entusiasmo, amor y compromiso de la gente con esta iniciativa que merece continuarse y fortalecerse. Fue un proceso didáctico, formativo, educativo, integrador y participativo, demostrando el valor del “ser humano” convocado por este servidor, como un aporte del proyecto “Ciudad Feliz”, una forma distinta de vivir.

El énfasis en esta oportunidad fue como fortalecer una actitud saludable con el objeto de actuar sobre los principales agentes de riesgo que llevan a enfermedades crónicas, con efectos de degeneración precoz.

Son los mismos factores que deben intervenirse para reducir el riesgo de muerte temprana o incapacidad vital por un mal cardiovascular (infarto) o de orden metabólico (sobrepeso, obesidad, diabetes, síndrome metabólico, etc.). Así mismo se hizo una revisión en las opciones del aporte ciudadano para contribuir en el sueño y diseño de ciudades saludables y más amables con el ser humano.

La felicidad como derecho legítimo

Es importante destacar que esta iniciativa está ligada a la propuesta de Naciones Unidas para recuperar el derecho humano a la felicidad. De allí que el primer paso para buscar un sendero legítimo a la felicidad es reconocer este derecho como prioritario, al tiempo que se determina la importancia de invertir en la calidad de vida y el bienestar integrado cuerpo-mente. Es allí donde reviste importancia esencial el estado de salud de los individuos.

Se trata de descubrir el gran poder en el ser más que en el tener, lo cual da el verdadero ‘sentido de vida’. A partir de estas iniciativas la gente contribuye y trasmite su mejor energía, además de mostrar una actitud favorable ante su propia vida y la de los demás. Se evidenció la capacidad de dar lo mejor, cuando se generan condiciones de liderazgo y se ofrecen puntos de encuentro.

Se demostró que hay un lado más poderoso, amable y sabio que a veces no se determina, ni se explota, ni se estimula en las personas. Es un maravilloso ejercicio que ha dejado lecciones para fortalecer el respeto y la dignidad de los individuos como en las ciudades más avanzadas del mundo.

Se corrobora, que basta con generar buenas propuestas, ideas innovadoras, que lo demás lo hace la comunidad con entrega y compromiso. Aquí está la diferencia frente a actos políticos (o llanamente politiqueros) donde la gente va obligada, por conveniencia o manipulada. Donde hay muestras serviles de quienes idolatran a un personaje interesado. Esta es la otra cara, de la participación libre y genuina. En tiempos de una búsqueda de unas mínimas condiciones de paz, la contribución más sostenible la hace la sociedad civil, los desarmados que somos la mayoría.

La urgencia de entornos saludables

Dado el éxito, el resultado altamente satisfactorio, nos queda como una de las tareas programar otro módulo ampliado sobre la construcción y diseño de Ciudades Saludables a partir de la participación democrática y libre de los ciudadanos de todas las condiciones. Un nuevo encuentro de la felicidad, más grande, más integrador y más sorprendente.

De este fue evidente que tanta gente salió transformada, llevándose puesto el evento para su vida. Debe reconocerse el talante de estas personas convertidas en apóstoles de un evangelio saludable con la sabiduría de la palabra edificadora. Un gran aporte a la construcción de la convivencia pacífica, el entendimiento y la concertación ciudadana. Pero la conclusión inocultable demuestra que en la realidad y en lo humano para lograr unas genuinas condiciones de bienestar o felicidad, “sin salud nada tiene sentido”.

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