En todas las oraciones gramaticales siguientes hay un error común. Todas corresponden a títulos de informaciones publicadas en periódicos colombianos; léalas usted con atención:

  1. «Capturan sujeto que para robar usa menores».
  2. «Atrapan narcotraficante con cargamento de droga».
  3. «Descubren niño fenómeno».
  4. «Amante mata damisela».
  5. «Robó padre dormido».

¿Qué tienen en común estas expresiones como para considerarlas dignas de ser analizadas aquí? Si esa es su pregunta, aquí está la explicación: una palabra ─aunque diminuta pero esencial─ está ausente de todas esas oraciones; sin ella todas las expresiones, escritas por periodistas en aquellos titulares, quedaron «sin sabor lingüístico completo». Por ende, son incorrectas.

Es como cuando le hace falta una pizca de sal a una comida: no produce la misma gracia, el mismo agrado al paladar; pero si se le agrega la sal, el manjar cambia de sabor y resulta comestible. En los ejemplos citados ocurrió algo semejante. Faltó una pizca de lingüística: la preposición a. Por eso tales oraciones están sosas, desabridas.

Desnudemos, una a una, las expresiones; y luego, pongámosle «ropa»:

  1. Capturan sujeto que para robar usa menores: Aquí, para ser exactos, concurren dos errores y un giro no recomendado. El primero es la falta de la preposición a después del verbo capturan (capturan a sujeto…). El segundo, el vocablo sujeto no es apropiado; lo usan de manera despectiva policías y militares para referirse a un ser humano, generalmente atrapado por ellos. En verdad, sujeto es una parte de la oración; aquella de la que habla el verbo. En tercer lugar, se usó un giro llamado psicológico en vez de un giro lógico (…que para robar usa menores). Pudo haber sido mejor: Capturan a un hombre (o individuo) que usa menores para robar.
  2. Atrapan narcotraficante con cargamento de droga: Sin la preposición a la oración no dice lo mismo que con ella. Con formular una simple pregunta sabemos que esa preposición va también en la respuesta: ¿A quién atraparon? A un narcotraficante. Entonces, debieron escribir como título: «Atrapan a narcotraficante con cargamento de droga». Así la atrapada no será una alucinación.
  3. Descubren niño fenómeno: Parece un mensaje de telegrama, aquella comunicación de antaño que se enviaba a través de la desaparecida empresa Telecom. (Saludo efusivo fecha cumpleaños, deseo cúmulo felicidades). ¿Lo recuerda? Toma más fuerza y corrección si a la oración le ponemos la preposición que le negaron: «Descubren a niño fenómeno». ¡Así se elimina el fenómeno antilingüístico!
  4. Amante mata damisela: Si interpretamos esta corta oración en sentido psicológico, entenderemos que una damisela mató a su amante. Lea usted de nuevo, despacio, y piense. Ya sé que me dirá que ese estilo no lo empleamos en nuestra sociedad. Entonces, ¿por qué aparece escrito en algunos periódicos? Porque faltó la preposición a: «Amante mata a damisela». Esa «insignificancia» de vocal cambia totalmente el sentido de la oración. Ahora se entiende que ¡un hombre mató a su amante, una mujer dedicada a vender sexualmente su cuerpo!

5.- Robó padre dormido: Pareciera que se habla aquí de un cura que, bajo estado de sonambulismo quizás, se apoderó de cosas ajenas. ¡Dios nos libre! Pero, no. Otra vez la bendita a hará el milagrito: «Robó a padre dormido». El asunto cambia. Mejor será si se agrega un pronombre personal: «Robó a su padre dormido». Un hijo (sujeto tácito, es decir, no especificado en la oración) metió sus manos en el pantalón de su padre mientras él dormía. Pero, por haberse «robado» la preposición a, el periodista que redactó ese título puso en descrédito a un sacerdote. ¡Perdónalo, Señor!

Después de citadas estas fallas, sé que aún quedan centenares de necios que dirán, con argumentada convicción, que «de cualquier manera se entiende lo que se escribe». ¡Cómo no! Eso sería tanto como echar a la basura las normas gramaticales.

¡Hablar y escribir bien es el reto de hoy!

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*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.