No tengo nada en contra de las cirugías y tampoco en contra de quienes no las quieren o se arrepintieron de hacérselas. Cada uno es libre de elegir cómo quiere verse, cómo se siente más cómodo y cómo se gusta más.

Lo que me ha llamado la atención es ese discurso de las figuras ‘prótesis free’ en el que señalan que haberse puesto bubis fue la más terrible falta de aceptación, respeto y amor propio que han cometido en sus vidas; seguido de sutiles señalamientos a quienes se las han puesto o anhelan hacerlo.

Se les olvidó que decidieron ponérselas porque, en ese momento, no estaban plenamente satisfechas con la talla o la forma de su busto. Que, por años, lucieron sus escotes con satisfacción… porque no recuerdo a ninguna que se las haya quitado al mes siguiente.

Que hoy ya no las quieran y que hayan decidido quitárselas no las hacen amarse más que cuando las tuvieron, como tampoco se aman menos quienes optan por un busto con más volumen, forma y firmeza, o cualquier otro tipo de ‘retoque’ estético.

El amor propio no se mide así. El amor propio tiene que ver con sentirte plena y feliz de quién eres y, sí, también de cómo eres. El amor propio no es exclusivo de la espiritualidad, también contempla lo físico. Tu físico, porque, al fin y al cabo, estás en un plano de formas y figuras tangibles. Cuando logras encontrar armonía entre ambos ambientes, entonces tienes amor propio. Y puedes hallar este sentimiento siendo gorda, flaca, tonificada, flácida, natural u operada.

Ninguna de esas etiquetas te hace amarte menos o más. Ninguna. Solo tú sabes qué tanto te quieres, qué tanto te gustas y qué tan lejos o tan cerca estás de alcanzar esa versión que te proporciona satisfacción.

Desde mi punto vista, las cirugías estéticas son procedimientos que transforman mucho más que la imagen física. Tienen un gran impacto en la mente y las emociones de quienes deciden someterse a ellas. Creo, que aunque no solucionan todos los temores y complejos que tenemos con respecto a nuestra apariencia, si proporcionan seguridad, autoestima y confianza, por mencionar solo algunos sentimientos. Así que, claro, ayudan al amor propio.

Obviamente, siempre se deben buscar profesionales idóneos, calificados y muy bien reputados, cuando se trata de hacerse cualquier tipo de procedimiento estético. Se debe, además, ser consciente de los riesgos que cada una de estas técnicas implica, porque, siempre, existe la posibilidad de que las cosas no salgan como las planeamos.

Esta es una verdad que ningún cirujano ético puede esconder. Así que consúltale cuáles son los peligros a los que te expones.

Y por favor, no fanatices esa campaña ‘prótesis free, porque me amo’. Si quienes se las quitan son más felices, ¡bravo!. Pero si las tienes o te las quieres poner, ¡bravo!, también. El amor propio es como la felicidad, cada quien la busca de formas diferentes y nadie debería juzgarte por eso.

Y a los cirujanos gracias porque logran esculpir maravillosamente las curvas que ya tenemos, que potencian nuestra belleza y nos ayudan a sonreír cuando nos vemos frente al espejo.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.