Como coach me interesa estudiar el amor como materia que nos acerca a la felicidad. Las personas no quieren ser multimillonarias, ni tampoco desean tener todos los días vacaciones, o una pareja que parezca extraída de portada de revista; los estudios confirman que lo que el ser humano desea, por encima de todas las cosas, es su felicidad.

La felicidad reside en cada uno, dicen que no hay fórmulas para ser feliz, aunque yo considero que hay pasos que nos acercan indudablemente a ella, además, señoras y señores: la felicidad también se estudia y se mide en las universidades. A mis clientes les  explico que el amor es el motor de la felicidad. Conmigo aprenden a hacer mucho más que una consulta sobre su situación sentimental. Juntos le metemos amor a la vida, al deporte, al trabajo, a la familia, a las aficiones, al cuidado del sueño físico y a los sueños de emprendimiento, a la alimentación, a la meditación, a los amigos y a la pareja -en caso de que la tengan- y algunos pasos que considero secretos de consulta. Les insisto para que mantengan sus metas, como ha de ser un programa de coaching, y hacemos un caminito de 12 piedras que conduzca a su felicidad manejando con acierto las emociones y aprendiendo de los errores, nuestros grandes maestros.

Red de amigos, para qué, cuántos y por qué

El máximo de relaciones sociales que nuestro cerebro consigue mantener al mismo tiempo es 150, esto se conoce como el número de Dunbar, en honor al biólogo evolucionista que estudió nuestras relaciones. De este número, el contacto más intenso se mantiene con un número de 5 a 12 personas. Estos son nuestros amigos. La amistad se basa en una conexión emocional y supera la distancia física. Como explica Elsa Punset: “La admiración o el deseo no bastan: la intimidad, en algún grado, es necesaria para tejer vínculos entre dos amigos”.

Los contactos de redes sociales no son amigos

Los amigos son los encargados de ver mejor tu película, de contarla o completarla si tú no estás. Debido a su cercanía voluntaria (no familiar) pueden ser más imparciales y son por excelencia nuestros biógrafos más  completos. Dicen que las mujeres no pueden ser amigas de los hombres, frase no del todo cierta. La mejor forma de tener un amigo para toda la vida del otro sexo es evitar la intimidad física con esa persona. Y así, sin intereses de por medio, se establece la amistad duradera entre hombres y mujeres. Los amigos son esenciales para nuestra felicidad. Y nosotros somos esenciales para la felicidad de nuestros amigos. Es un win-win de tiempos remotos que nunca dejará de funcionar. La amistad va por círculos de amigos. Los íntimos no suelen ser más de tres, pero se pueden tener buenos amigos en diferentes etapas de la vida. ¿De qué depende? Del tiempo y el cuidado que les prestemos. La amistad es la primera forma de amor no familiar que tenemos y quien sabe hacer amigos y conservarlos es dueño de una mina incalculable. La deslealtad en la amistad se lee de otra forma y se perdona según el daño recibido y el corazón que tengamos. Perder muchos amigos íntimos a lo largo de la vida puede querer decirnos algo acerca de nuestra forma de entender la amistad.

¿Trabajo para vivir o vivo para trabajar?

Las personas necesitamos un trabajo para producir. Algunos son mejor remunerados que otros, pero lo que distingue a un trabajo de una afición es que recibes dinero (no moneditas) por hacerlo. Los hobbies o aficiones son fundamentales en la vida, son todo lo que hacemos por gusto, sin necesidad de remuneración y con el gusto de poder practicarlos a conciencia porque nos definen y nos hacen disfrutar de nuestros placeres. El número de aficiones que he descubierto que hay que tener es tres, pues no siempre tenemos a nuestra disposición esa cancha de baloncesto, ese profesor de canto o podemos sacar esa bicicleta porque no para de llover.

El trabajo, en cambio, es lo que hacemos para pagar las facturas y realizarnos como profesionales. Los mejores trabajos son los que potencian nuestros talentos. No todos los trabajos son buenos, ni dignos, como dice el refrán. Los trabajos que no respetan tus valores o se basan en horarios inhumanos (por encima de las diez horas) no deberían ser considerados trabajos, sino explotación.

El trabajo garantiza bienestar, crecimiento y satisfacción. Trae como consecuencia beneficios económicos, tranquilidad y nos propone una rutina puede ser provechosa para organizarnos. Las personas que están sin trabajo de forma permanente pueden caer más fácilmente en depresión y apatía por la vida. Amar el trabajo, y cambiar de trabajo si no lo amas, puede resultar un poco extraño, pero es una de las mejores vías para ser feliz.

Familia, la base de las relaciones humanas

Según la Universidad de Harvard y su Estudio del Desarrollo del Adulto, iniciado desde 1938 y ahora dirigido por Robert Waldinger, la familia es uno de los indicadores de felicidad más importantes.

La familia está compuesta por lazos de sangre que se entremezclan hasta alcanzar grupos de más de cien personas; aunque por lo general se llama familia al grupo que se sienta en la mesa para las celebraciones como Navidades y cumpleaños. Las familias han cambiado en los últimos años porque el índice de divorcio ha subido (24.994 divorcios en 2017 y 1133 disoluciones maritales de hecho en 2017) según la Superintendencia de notariado y registro.

El matrimonio ha disminuido, la mujer hace parte del mercado laboral, ya no se tienen tantos hijos como antaño, y muchas uniones no desean tener hijos para convertirse en familias.

Hoy en día es fácil ver hablar de ex maridos y ex mujeres porque el divorcio cambia las reglas del juego, y donde había una familia surgen dos, con la consecuente aparición de nuevos miembros y uniones. La familia es lo que nos aporta apoyo emocional y un desarrollo de protección, respeto y valores.

La familia es una manada. Aunque no todos los miembros de la manada piensan o sientan igual, lo que los convierte en manada es que se mueven juntos, con una jerarquía y con unas normas propias de esa familia. La familia, por más que se sueñe, no se cambia ni se elige, y en sus particularidades, como ese gusto por la música, la naturaleza, o ese sentido del humor que se entiende sin explicaciones, está su secreto.

Para una convivencia familiar más armoniosa se recomienda que la familia permanezca unida en las ocasiones importantes, se apoye con amor en las situaciones difíciles y sea entusiasta con la evolución de sus miembros. A través de una buena relación con la familia lo que hacemos se ve más claro, y es prudente que la familia tome medidas cuando alguno de sus miembros comete un error y lo alerte de su decisión. No hay familias perfectas y todas, sin excepción están en constante evolución. Con la familia, como con la corriente, hay que aprender a fluir.

Las buenas relaciones con la familia, según Waldinger, nos mantienen más sanos y mucho más felices. A mí me gusta completar esta conclusión diciendo que la familia nos amplía nuestra capacidad de amar, que se traduce en nuestro motor para ser más felices cada día. ¿No es eso lo que deseamos con todas nuestras fuerzas? Celebrar en familia es mucho más satisfactorio que tener 50 mil seguidores virtuales en redes.

Mezclar el trabajo, la familia y los amigos hacen parte de una fórmula que nos acerca a la felicidad.

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