El caos que provocó la aerolínea Viva Air en las últimas horas, al decidir que no operaría más, dejó a miles de sus pasajeros afectados. Pero, según un dato publicado por Caracol Radio, las consecuencias las padecen un millón de personas, si se considera el efecto dominó que tienen estas crisis, por ejemplo, en las conexiones aéreas.

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¿Cuántos negocios dañados, cuántas citas incumplidas, cuántos paseos abortados (cuando no modificados drásticamente)? En fin, cuántas metas y objetivos de toda índole que no pudieron cumplir los confiados pasajeros, colombianos y los quizá más adoloridos extranjeros, que compraron sus pasajes en una aerolínea que creyeron seria.

El impacto de la salida de Viva Air se podrá cuantificar en millones de pesos en pérdidas, en número de pasajeros perjudicados, en aviones en tierra, y en muchas otras variables fáciles de representar con los fríos números, pero nunca ponderará el dolor, el estrés, la preocupación, la desesperanza, la ira y la frustración que desató entre sus inermes clientes maltratados.

Las historias son (y, por lo visto, seguirán siendo por varios días) incontables. Pero Caracol Radio rescató una que podría aglutinar las negativas sensaciones que provocó Viva Air, al dejar, literalmente, aterrizados a sus pasajeros.

Matrimonio en riesgo por culpa de Viva Air

Se trata de Jennifer Arias, una joven que durante un año preparó minuciosamente su boda en Bogotá, con el agravante de que muchos de los invitados (y ella misma) debían llegar a la esperada cita en la capital desde diferentes ciudades del país.

Ella, hasta cuando estalló la crisis por la irresponsabilidad de Viva Air, estaba en Santa Marta, y otros 23 familiares suyos, en Cali. A todos, especialmente a ella, los esperaba el impaciente novio en Bogotá. Pero todo lo que estaba fríamente calculado y preparado se fue al traste en cuestión de minutos.

“Planificando todo desde un año atrás; todo un año en una planificación donde ya se pagaron dos hoteles diferentes, porque, aprovechando que era la familia, pues tratamos de hacer como un paseo. Y mira todo el caos que está”, dijo, visiblemente alterada, Jennifer a Caracol Radio.

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De acuerdo con el corresponsal de esa emisora en la capital del Magdalena, Víctor Polo, la joven estuvo este martes corriendo de un lugar a otro “buscando quién le diera respuesta sobre el vuelo por su matrimonio”, y “se le cruzaron varios pensamientos”.

“En este momento me voy a casar sola, solo con el novio”, dijo un poco ahogada. “Mi familia no va a venir, no tiene cómo venir. No nos dicen como: ‘Vean, vamos a solucionar’. Ni siquiera para nosotros comprar otros tiquetes, o que nos digan: ‘Vean, les vamos a hacer un reembolso’, y uno así mirar a ver”, agregó, aún sin saber que Viva Air dijo que no devolvería dinero.

“Son tiquetes comprados, reservaciones, todo. Y son 23 personas”, repitió, impotente, recordando todo el esfuerzo que hizo para y tener esa ceremonia tan esperada.

“Solo estamos tres personas para un evento de más de 50 personas”, fueron las únicas cuentas que atinó a hacer la frustrada novia.

De acuerdo con Polo, aún no se sabe cuántos familiares lograron la travesía de conseguir un cupo para asistir a la tan esperada boda en Bogotá. Es más: tampoco se supo si la novia misma consiguió subirse a un avión.

En palabras del periodista, solo la vio “hundirse en el profundo mar humano que, con enormes olas, se movía dentro de la sala de espera del aeropuerto que está frente al mar…”.