Y lo hizo con más intensidad en los últimos dos días, en los que acentuó su reaparición en público después de perder las elecciones presidenciales el pasado 17 de junio, día en que obtuvo más de ocho millones de votos, que no le alcanzaron para vencer a Iván Duque, que logró más de 10 millones.

Con esos votos, Petro aseguró una curul en el Senado, y el mismo día de la segunda vuelta, al reconocer la victoria del candidato del uribismo, se autoproclamó jefe de la oposición. Por los votos que consiguió, dijo que no se consideraba derrotado, que trabajaría desde ese mismo momento para hacerle control al nuevo gobierno y que para eso tenía más de 8 millones de ciudadanos que lo respaldaron.

Por eso, después de las elecciones, se abrió un debate en el país en torno a si ese caudal de votantes era estrictamente de Petro, o si simplemente se trataba de un cúmulo temporal que se había formado, además de los fieles seguidores del exalcalde de Bogotá, con personas que no tuvieron otro camino que votar por él en la segunda vuelta presidencial para impedir el ascenso de Duque.

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A partir de ahí empezó la cuenta regresiva para que llegara otra oportunidad que permitiera probar si esos ocho millones de votos eran ‘propiedad’ de Petro. Y esa oportunidad fue este domingo en la consulta anticorrupción. Aunque en esta ocasión no se trataba de votar por un partido o por un candidato, nadie puede negar que el polarizado país volvió a situarse en orillas opuestas frente a la iniciativa. Las mismas orillas que se enfrentaron en las pasadas elecciones presidenciales, y que se volverán a enfrentar en comicios venideros.

A favor de la consulta, por supuesto, se alinearon los sectores que la impulsaron en el Congreso, liderados por las congresistas Claudia López y Angélica Lozano, además de colectividades que se ubican en el centro y la izquierda del espectro político. Contra la consulta, especialmente después de la elección de Duque, el uribismo y los demás sectores de derecha.

A pocos días de la cita en las urnas, Uribe le retiró públicamente su apoyo a la iniciativa para decir que votaría por el proyecto que radicó el gobierno de Duque. “Si hay alguna persona que tiene la transparencia y la legitimidad para proponerle a los colombianos una legislación anticorrupción, es el presidente Iván Duque”, dijo, e invitó al nuevo Congreso a tramitar “con agilidad las normas mucho más completas y que tienen toda la legitimidad por la personalidad que las presenta. Voy a ejercer mi derecho que prefiero apoyar esa legislación”.

Petro, por su parte, que desde cuando estaba en campaña había anunciado su posición (en Noticias Uno expresó: “Si yo soy el presidente, llevo a todo el Estado a luchar por que más de 12 millones de personas se expresen en las urnas y yo estoy convencido, la ganaríamos”), dijo el viernes pasado en W Radio: “Yo voy a votar el domingo siete veces sí. A mí ya me bajaron el salario, yo recibiría 13 millones. Pero no importa. La consulta es un paso, pero no se acaba la corrupción”.

Y este sábado a mediodía les dio un último impulso a sus seguidores para que salieran a votar sí en la consulta: “Vamos con toda a mandarle en las urnas un mensaje contra los corruptos. No más politiquería corrupta”, escribió en Twitter.

En esa misma red social publicó un video con su vehemente mensaje: “No más gobiernos plutocráticos, no más esa plutocracia que se ha vuelto poderosa económicamente robándose los recursos públicos, teniendo privilegios del Estado, mientras a las grandes mayorías nacionales, mientras a la gente que produce, trabaja, tiene esperanzas, sueños, las condenan a la discriminación, las condenan a la exclusión. La corrupción está en la base de la desigualdad social en Colombia. Así que los invito, las invito, con decisión, a ir a las urnas y votar masivamente en la consulta anticorrupción contra la clase política corrupta de Colombia”.

El pulso entre las dos grandes vertientes políticas del país estaba cazado de nuevo. Uribe y Petro, los dos más claros contrincantes políticos de los últimos años en Colombia, se enfrentarían otra vez en las urnas, que volverían a ser la arena de la nueva confrontación. Y el veredicto siguió en manos de los colombianos libre y soberanamente: la consulta no pasó, y la pregunta sobre si los 8 millones de personas que votaron por Petro en la segunda vuelta le ‘pertenecen’ sigue abierta, aunque ya se empieza a vislumbrar una respuesta.