Con una carreta alquilada y un par de guantes (único elemento de protección personal) José Antonio Carmona recorre las calles del centro de Valledupar para recolectar residuos reciclables como papel, cartón, vidrio, envase plástico, entre otros.

Un trabajo informal que arranca desde las 9:00 a. m., y se extiende hasta las 6:00 p. m., con lapsos de descanso que toma en su lugar de residencia: una finca ubicada en el popular sector conocido como la cuarta, donde se hospeda desde hace varios meses. 

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En el trayecto José Carmona, un ciudadano de nacionalidad venezolana que arribó a esta capital hace más de dos años y medio, se detiene en cada esquina o establecimientos para buscar entre las basuras cualquier producto desechado que posteriormente pueda vender.

Un oficio que según contó Carmona, de 54 años, no es nada fácil. Pues además de poner en riesgo su salud también se ve enfrentado a disputas con otros recicladores por el espacio y por los elementos que recolectan.

Sin embargo, dijo que esta es una situación que se dirime mediante el diálogo. “El 80 % de los recicladores no son amables, no son ordenados y otros tienen vicios. Este oficio debe ejercerse con ética y respetar aquello que otros consiguen, pero muchas veces los recicladores pelean entre sí”, dijo Carmona, al tiempo que se auto definió como una persona pacifista y muy tranquilo.

“Yo prefiero hacer las cosas bien, por ejemplo, doy las gracias, por favor, permiso, entonces, esto les gusta a las personas y me guardan los residuos”, añadió el reciclador.

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Estas últimas frases a veces decide pronunciarlas en inglés o en francés. Una característica que lo distingue entre el amplio número de personas que se dedican al reciclaje en Valledupar, puesto que, Carmona es trilingüe. Además de hablar su lengua materna domina dos idiomas.

“Yo puedo hablar dos idiomas al mismo tiempo, tengo esa facilidad, y también tengo la capacidad de enseñar idiomas en cuatro meses a través de unas guías de aprendizajes que yo mismo elaboré”, sostuvo Carmona.

 

Antes de reciclar

José Antonio Carmona, nació en Caracas, capital de Venezuela, pero desde muy joven junto con su familia se fue a vivir al oriente del país. “Estudié varias profesiones. Yo soy entrenador de tenis, técnico petrolero y licenciado en idiomas. Trabajé por años en liceos, también con empresas extranjeras, escocesas, japonesas, chinas, rusas, tengo muchos conocimientos que infortunadamente no puedo poner en práctica”, añadió Carmona.

En la empresa estatal venezolana PDVSA trabajó por años como técnico petrolero, una oportunidad que, según relató, le permitió conocer Francia.

“Cuando trabajaba en PDVSA conocí una francesa que también laboraba allí, nos enamoramos y nos fuimos para París. Allí viví dos años así que estudié francés en la Alianza Francesa. También conocí Italia, Holanda, Inglaterra, Alemania, España”, detalló el reciclador.

Su llegada a Valledupar

Cuando regresó a su país natal la crisis política y económica de Venezuela ya estaba agudizada. Una situación que lo obligó a emigrar nuevamente. Pero en esta ocasión las razones eran diferentes. No salió de su país por amor sino por sobrevivencia. 

“Yo estaba en una situación difícil económica. Un hermano que llegó primero a Valledupar me invitó a esta ciudad. Otra hermana que vive en Europa me envió el dinero y con eso pude emprender mi viaje. Estoy aquí desde hace dos años y medio”, aseveró Carmona.

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En la invasión ‘Tierra Prometida’, un sector subnormal en Valledupar, fue el sitio donde arribó por vez primera. “Quise crear una panadería, pero por la pandemia me quedé sin dinero. Así que me puse a dictar clases de inglés a 20 personas, entre niños y adultos, en Tierra Prometida, pero lo que me pagaban no era suficiente”, subrayó el ciudadano venezolano.

Tras varios intentos fallidos para crear su propio curso de capacitación en enseñanza del idioma inglés y francés, sSu próximo reto fue dar clases de tenis, pero tampoco funcionó. “Tuve la suerte de dar clases de tenis, pero lamentablemente las condiciones monetarias no fueron las mejores para mí y me tocó abandonarlo”.

La búsqueda de un trabajo rentable económicamente culminó cuando un amigo de Carmona le propuso empezar a reciclar. 

“Un amigo que tenía una carreta me invitó a tumbar mango, cosa que nunca había hecho, pero lo hice. Luego me propuso reciclar. Ahora reciclo dos veces al día de domingo a lunes y es un oficio que me permite pagar mis deudas y a la vez ahorrar”, manifestó Carmona.

 

Las rutas de recolección

Para la recolección de los residuos sólidos almacenados en bolsas de basura, canecas o en andenes y calles, el reciclador ha establecido una ruta delimitada con horarios específicos a fin de dignificar su labor diaria. 

Pero, la realidad frente a otros recicladores informales en Valledupar difiere con la historia de vida de José Antonio Carmona. Habitantes de calle, madres con sus hijos, menores de edad, adultos mayores caminan comuna tras comuna, quizás guiados por el horario del carro recolector de residuos de la empresa de aseo, a fin de buscar entre las bolsas de basura cualquier material aprovechable.

Los recicladores informales por lo general son personas que viven en barrios marginales, periféricos o subnormales. “Sabemos que aquí viven personas honestas, pero también existe el hampa y allí se desenvuelven. Estas personas en ocasiones deben dejar a sus hijos en estos barrios o llevarlos consigo, entonces, es un ambiente bastante hostil en el que se desenvuelven las personas que reciclan”, explicó el sociólogo Nelson José Vargas.

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El reciclaje

En la cadena del reciclaje, uno de los pasos relevantes es la recuperación de los residuos. Una tarea que el reciclador informal, encargado de la recolección y manipulación de residuos, realiza sin los elementos de protección personal como guantes, tapabocas, delantal y gafas.

A lo anterior se suma que en esta labor no reciben prestaciones de ley. “Es un trabajo informal que no tiene ningún tipo de prestación de ley no utiliza pensión, es decir, es un ser anónimo pero fundamental porque en la pirámide del reciclaje, es la persona que se encarga de separar los materiales que se pueden usar de los que no, en ese orden de idea es supremamente importante porque son la base de esa economía”, agregó el sociólogo.

El reciclaje, única fuente de ingreso

De acuerdo con el Departamento Nacional de Estadísticas, DANE, Valledupar es la cuarta ciudad a nivel nacional con mayor índice de pobreza monetaria, con el 51,0 % y la sexta con mayor incidencia de pobreza monetaria extrema, con el 13,8 %, según resultados de la pobreza monetaria en Colombia de 2021.

“Las personas que se dedican al rebusque no encuentran  oportunidades más allá de reciclar. Estas personas tienen muchas limitaciones por más ganas que tengan de emprender, así tengan muchos conocimientos se enfrentan con desventajas porque a veces las carretas son alquiladas”, añadió Nelson José Vargas.

 

“Es un trabajo estigmatizado”

La estigmatización y el abandono son algunos de los aspectos sociales que a grandes rasgos enfrentan los prestadores de aprovechamiento del servicio de aseo, como también se les conoce. “Actualmente el reciclaje está legalizado y constituido como un trabajo oficial aunque aún hay estigmatización porque se considera como un trabajo de la calle”, señaló Clara Mercedes Zuleta, representante legal de Orozul Recycling.

Mercedes Zuleta resaltó además que desde su asociación trabaja para la dignificación de este oficio, a través de la entrega de bonos mensuales a los recicladores que después de un proceso se formalizan en dicha asociación.

“Hay muchos recicladores que están en la calle rebuscandose el dia a dia en las basuras y lo poco que sacan de allí es lo poco que venden pero una vez se vinculan a la asociación reciben un pago mensual por el servicio que prestan”, subrayó Zuleta.

Detalló también que el gran número de recicladores asociados a Orozul Recycling son provenientes de Venezuela. De acuerdo con cifras suministradas por la Cámara de Comercio de Valledupar, 33.565 venezolanos han transitado por esta capital desde el año 2012 hasta la fecha. 

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“Con este dinero no solo sostienen económicamente a su núcleo familiar (mujer e hijos) sino también a los suegros, abuelos, tíos y sobrinos”, puntualizó la representante legal de Orozul Recycling, un lugar de acopio de residuos sólidos donde continúa el proceso de reciclaje consistente en la recolección, almacenamiento, separación y transporte del material aprovechable.

“Aquí solo se almacena, se prensa o se muele y posteriormente se envía a Cali, Bucaramanga, Cartagena o Medellín porque en Valledupar no hay transformación de material”, acotó Zuleta. Cabe destacar que el Sistema Único de Información de Servicios Públicos Domiciliarios arrojó que Valledupar produjo 59,38 toneladas aprovechadas a fecha de corte del 1 de junio de 2022. 

KAREN LILIANA PÉREZ / EL PILÓN 

@karenperezcol

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