Una serie de acuerdos entre el gobierno del presidente Gustavo Petro y la guerrilla del ELN para modificar el “modelo económico” y el “régimen político del país” parecen estar reviviendo el fantasma de una posible constituyente: uno de los temores que más le costó disolver al jefe de Estado durante su candidatura.

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Las posibilidades sobre ese “cambiazo” a la Constitución para incluir y borrar algunas leyes vienen desde adentro de la mesa y, además, de personas de la entera confianza de Petro.

El primer atisbo llegó en el “Acuerdo de México”, un documento firmado por la mesa de negociación que marcó la agenda de negociación que tendrán con el ELN para intentar llegar a la paz.

Según se pactó en ese acuerdo de dos páginas firmado por todos los negociadores, la guerrilla podrá participar “en un proceso de transiciones que nos conduzcan a la democracia plena: la soberanía nacional, la paz integral, la derrota de toda forma de corrupción, la protección de nuestra Madre Tierra, superando el sistema vigente de explotación y depredación, y creando las condiciones de equidad social y económica (…)”, un punto que, en el sentido estricto de la palabra, requeriría de modificaciones a la Constitución.

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La segunda puntada de esa idea –que fue más clara y llegó como respuesta a ese punto del acuerdo– la dio el senador Iván Cepeda, un experto en temas de paz que, además, hace parte de la delegación del Gobierno en esa mesa de negociación con el ELN.

Según dijo en diálogo con W Radio, “si hay una serie de propuestas de la mesa que deban pasar por ese mecanismo (de la constituyente) se hará”. El senador dejó claro que, si fuera el caso, la idea de hacer una constituyente pasaría primero por la elección de los colombianos y del Congreso.

“Existe un Congreso de la República, Consejos y gobernaciones. Nadie está planteando que la Mesa vaya a legislar o a imponer”, dijo Cepeda.

Si las cosas se dieran así, no sería la primera vez que el país atraviesa por un proceso de esas dimensiones. La Constitución actual, pactada en 1991, surgió en parte de la negociación política con la entonces guerrilla del M-19. Un grupo armado del que Petro fue parte.

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Aún así, el país no está pasando por un contexto similar y ambas guerrillas distan en sus formas y sus fondos.

Lo que ha dicho el jefe de Estado, presionado por el temor de la opinión pública, es que no necesita modificar la Carta Magna para lograr los proyectos que él quiere. Sin embargo, es bien sabido que en 2018 promovió ampliamente una constituyente que, según él, era necesario para “dar los giros y las políticas que el país necesita”.

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Pero, además de la posibilidad de una constituyente, a la paz con el ELN le saltaron otras dos críticas de dos expertos en la materia: los exnegociadores de paz Humberto de la Calle, quien logró el Acuerdo con las Farc, y Sergio Jaramillo, quien negoció con el ELN durante el Gobierno Santos y fue comisionado de paz durante el mismo gobierno.

En reparos individuales, ambos coincidieron en que hay una amplía ventana entre lo pactado para que la guerrilla se tarde en entregar las armas o, incluso, no las entregue.

Según De la Calle, el “Acuerdo de México” permite que “puede suceder que el ELN busque mantener las armas durante un plazo posterior al acuerdo final, o incluso negarse a su dejación, cuando muchos de los acuerdos ya habrán sido convenidos”.

 

Un punto que también dijo Jaramillo y al que añadió “hay un problema de incentivos, el Gobierno dice que no va usar la fuerza para presionar la mesa (…) Ahora dejan al ELN en el paraíso y no estarán perseguidos”.

Por ahora, esas dudas sobre el proceso de paz con el ELN se suman al tardado cese al fuego que el Gobierno aún no ha logrado concretar y que ha ido minando la confianza de la sociedad en el proceso. ¿Logrará esa guerrilla llegar a una paz tras cinco intentos fallidos?, eso aún está por verse y no ha sido un camino sencillo para Petro