Desde las elecciones presidenciales de 2018 y durante los 4 años que Gustavo Petro le hizo oposición al gobierno de Iván Duque, Colombia vivió decenas de manifestaciones contra todo tipo de políticas promovidas por el hoy expresidente.

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Duque llegó a la Casa de Nariño representando al Centro Democrático y Petro fue el constante palo en la rueda en su administración. Desde finales de 2019, en 2020 sin importar la pandemia y en un lapso de 2021 el país vivió varias etapas de un paro nacional que incluso logró tumbar reformas y ministros.

Lo que se consideró como un estallido social, y que incluyó movilizaciones desde diferentes sectores, tuvo a Petro como la cabeza visible. Todo ello lo hizo sentir cómodo con que los ciudadanos salieran a las calles a marchar y alzar la voz por cualquier objetivo. Hoy, en apenas 10 meses de su Gobierno, han sido más las marchas que han sido convocadas desde su mismo entorno.

Naturalmente, muchos acogieron la convocatoria, pero hoy el respaldo no ha sido tan multitudinario, quizá porque muchos no entienden el porqué de la jornada de marchas y otra parte porque no quieren respaldar los recientes escándalos que han manchado los ideales con los que dice pelear Petro.

Algunos de los que sí se han movilizado son las centrales obrares, sindicatos, maestros y otros que llegaron desde las entrañas del Gobierno. Internautas han difundido que las entidades enviaron comunicados internos para que los funcionarios tuvieran la libertad de marchar y no trabajar este 7 de junio o hacerlo desde la tarde.

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Y aunque allí no hay nada de ilegal, pues el artículo 37 de la Constitución contempla ese permiso remunerado para que los empleados o servidores públicos puedan manifestarse pública y pacíficamente, no es habitual que una entidad decida enviar una comunicación oficial dando el aval, o al menos no pasaba en otros Gobiernos porque, justamente, las marchas eran en su contra.

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Pero, entonces, ¿cuál es el sentido de que el hoy mandatario le pida a la gente marchar? Las señales están en algunos de los trinos que se le vieron al mandatario en la mañana de este miércoles.

En la primera de sus publicaciones, Petro difundió un video que muestra la masiva asistencia de estudiantes y aprendices del Sena, y quiso enviar el mensaje de que su proyecto político no está solo y todavía tiene respaldo.

Unos minutos más tarde escribió: “El pueblo vuelve a las calles. !El pueblo se respeta y no se rinde!” y “Hasta donde el pueblo quiera”. Todo, para dar a entender a sus críticos que aún tiene al apoyo de la ciudadanía.

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Y es que entre esos de los que no quiere críticas están, por ejemplo, los medios de comunicación, con los que no tiene cualquier pelea sino que los ataca por hacerle control, por cómo hacen periodismo o cubren lo relacionado con su Gobierno. Contra ellos y algunos periodistas ha lanzado frases estigmatizantes y que afectan la libertad de prensa. Eso, como es de esperarse, le llega a la gente y la demostración es la agresión a unos comunicadores en las marchas.

Se suman además algunos entes de control y las altas cortes, a las que les reprocha decisiones, y a lo que se le suma especialmente las actuaciones e investigaciones de la Fiscalía que afectan sus políticas o a sus funcionarios. También están las peleas que cazó la bancada del Pacto Histórico con esos organismos.

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Otra de las claves de su convocatoria está en que hizo un cambio a nivel comunicacional y quiso volver a presentarse como una figura cercana cambiando su tan criticado ‘balconazo’ por una tarima en la carrera séptima con calle 11, donde los marchantes pudieran verlo mejor.

Discurso de Gustavo Petro en tarima / Pulzo (Styvell Veloza)
Discurso de Gustavo Petro en tarima / Pulzo (Styvell Veloza)

Desde allí, les pidió confiar en su Gobierno y calentó el mensaje central de su convocatoria. Su discurso, naturalmente, va también para el Congreso que tiene frenadas sus propuestas y reformas:

“Este Gobierno ha decidido presentar unas reformas, que no son radicales, como alguna prensa dice; que son apenas unas reformas que tratan de garantizar derechos esenciales simples, pero fundamentales de la gente. […] Les solicitamos que aprueben las reformas que el pueblo de Colombia aprobó en las urnas. Es un mandato popular. Que podemos discutirlas como durante meses lo hemos hecho, que podemos aceptar cambios, pero ninguno que afecte los derechos de la gente”.

Aunque con eso hay algo que el presidente pasa por alto y es que al elegirlo, los colombianos votaron por un nuevo proyecto político, pero eso no es equivalente a aprobar automáticamente todas sus propuestas. Para llevar esa discusión está el Congreso. Como cualquier Gobierno debe someterse a que los congresistas, también elegidos por la ciudadanía, decidan si lo que él busca es beneficioso o no para el país y si quiere que sean aprobadas, debe hacerlo justificando y exponiendo la ganancia que obtendrá la clase trabajadora que él tanto nombra y el pueblo en general.

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Además, hay otro aspecto que no se puede dejar pasar por alto y es que el 2023 es un año electoral. En octubre se adelantarán los comicios para elegir a los mandatarios regionales y eso puede cambiar la distribución del mapa de Colombia en cuanto a partidos. Será un termómetro claro que demostrará si en los territorios hay un respaldo al presidente y si quieren que sus políticas se extiendan a los gobiernos departamentales y locales.

Con su discurso, además, Petro parece no haber entendido que el poder que tienen sus palabras hoy como jefe de Estado no es el mismo que tenía como líder de la oposición. Por lo que representa su voz y con sus mensajes ahora debe tener una mayor responsabilidad para darle legitimidad a sus procesos y no utilizar a la ciudadanía para ejercer presión.