Valentina, cuyo nombre real fue cambiado por seguridad, es una de las mujeres que se atrevió a denunciar el acoso del que son víctimas las deportistas aficionadas del Quindío cuando salen a montar en bicicleta solas. La gota que rebosó el vaso le sucedió hace tan solo 2 meses, cuando un motociclista la agredió.

“Tengo 40 años, soy madre de 2 hijos y practico triatlón hace más de 4 años. A veces salgo a correr o a montar, voy al gimnasio, y, a pesar que estoy en un equipo, es muy difícil cuadrar los horarios para practicar acompañada. Pensé que salir a las 7 a. m. era una hora muy buena porque ya era de día y pensé que la ruta entre Armenia y Circasia era segura”, relató.

Aquella mañana mientras disfrutaba del paisaje, fue ingratamente sorprendida llegando a una estación de gasolina.

“No sé si llamar hombre a un descerebrado, me dio un golpe en la cola durísimo. Traté de sostenerme para no caerme de la bicicleta, fue la primera reacción que tuve antes de pensar en el golpe que me dio, solo pensaba en salvar mi vida, para no caerme en medio de la carretera y ser arrollada por un vehículo. Al levantar la mirada, veo un tipo con un camibuso rojo y un casco blanco. Paré, traté de parar un carro para que alguien pudiera tomarle las placas, pero no fue posible. Me tocó coger mi bicicleta, porque no sabía que me dolía más, si el golpe que este tipo me dio o el alma por haber sido agredida y la impotencia de no poder hacer nada”, expresó.

Continuó pedaleando en medio de la rabia, con frustración. “Tenía muchos sentimientos encontrados, intenté seguir, pero no pude, estaba sin comprender por qué un tipo no puede aguantarse, no puede controlar ese instinto de animal y tener que agredir a una mujer que está haciendo deporte, que está tranquila, que no está molestando a nadie, nosotras no salimos a exhibirnos, solo a hacer deporte”, enfatizó.

Y agregó: “Mientras iba en mi bicicleta iba llorando y pensando en mi hija, en que nunca le pasara algo así. Pensaba, dónde vive este tipo, qué mujer vive con este infame y que, tal vez, esté violentando a otras mujeres. Seguramente donde este tipo vive, le debe estar haciendo daño a una niña o una mujer. Solo le pedía a Dios que este tipo donde viviera no estuviera haciendo daño”.

Consecuencias

“Cuando llegó a su casa y se revisó, vio un morado y la marca que le había dejado. “Fue terrible, el sentimiento fue de tanta rabia e impotencia, que no creía que me hubiera pasado esto. Yo vivo con mi hija, compartimos el baño, al verme esa marca. Tener que contarle fue muy duro para mí y explicarle que hay tipos en la calle, que no pueden controlarse, pero que eso no es culpa de nosotras, es culpa del tipo que es un descerebrado, que no le importa hacer daño y poner en peligro la vida de una mujer que va en una bicicleta”, dijo.

Rutas inseguras

La afectada detalló que entre las deportistas ya hay identificadas rutas de entrenamiento que son inseguras para las mujeres solas: “La vía Chagualá, el centro de Armenia, también hacia el sur y la glorieta Malibú hacia La Tebaida o el Valle del Cauca. También las que van por veredas como La Cristalina y esos sectores. La recomendación es que no vaya por allá sola”, contó.

Es decir, el acoso es recurrente: “Luego de contar la historia entre mis amigas, varias afirman que también les pasó lo mismo, bajando de Circasia hacia Armenia. Que les habían pegado en los glúteos. Otra compañera contó, que no importó ir acompañada, estos ‘tipos’ pasan en moto y le pegan a uno, se burlan, dicen obscenidades y se van muy tranquilos”.

Frustración e impotencia

Otra mujer de 34 años, profesional, casada, emprendedora y que practica deporte constantemente, también fue víctima de acoso por un motociclista a alta velocidad.

“Parece esporádica, pero se ha vuelto constante en todas las rutas del departamento. Además de la frustración e impotencia, también nos pueden hacer accidentar”, dijo.

“No naturalizar el acoso”

Entre las afectadas, hay preocupación de que el acoso se naturalice: “Si uno va por la avenida Bolívar de Armenia y un tipo le pega a uno en la cara, la misma gente dice que eso sí amerita llamar a la Policía y poner la denuncia, pero, si un tipo le pega a uno un golpe en la cola, la respuesta es: ‘Eso es muy normal, debes poner cuidado, hay mucho depravado en la calle’. No hay derecho, esto no debe normalizarse”, declaró la víctima.