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Este artículo fue curado por pulzo   Ago 27, 2025 - 6:15 pm
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Claudia*, una mujer dedicada al cuidado de un familiar gravemente enfermo, ha experimentado de primera mano la grave crisis sanitaria que atraviesa Medellín. Durante cinco días, ha permanecido en la sala de urgencias del Hospital San Vicente Fundación, enfrentando condiciones adversas, sin acceso a una camilla y durmiendo improvisadamente. Este hospital, uno de los principales referentes de salud de la ciudad, no es ajeno a la problemática que afecta a casi toda la red asistencial: la sobreocupación de las urgencias supera el 200 %, un nivel crítico que amenaza no solo la atención de cada paciente, sino la salud pública regional en su conjunto, según informes oficiales y fuentes hospitalarias consultadas.

La raíz de este colapso es multifactorial. El Hospital San Vicente Fundación dispone de apenas 16 camas para atención inicial, 13 para observación y solo 8 sillas en su “sala rápida”, a pesar de recibir diariamente a 35 pacientes para atención primaria y 13 en observación, con otros 20 esperando en la sala de espera, como revela el artículo de origen. Esta sobrecarga es común en más de 35 instituciones de salud de la ciudad, que presentan sobreocupaciones entre el 142 % y el 200 %, de acuerdo con datos del Centro Regulador de Urgencias y Emergencias (Crue). Estas cifras se reproducen en la red pública, afectando especialmente a Metrosalud y a unidades hospitalarias como las de San Javier, Belén y Castilla, cuyos niveles críticos dejan en evidencia la fragilidad estructural del sistema.

El trasfondo de esta crisis va más allá de la coyuntura: cierres de servicios, recortes presupuestales y las deudas acumuladas de las Entidades Promotoras de Salud (EPS) al personal y prestadores de servicios sanitarios han limitado gravemente la capacidad de respuesta. Expertos en salud pública y reportes del Ministerio de Salud y Protección Social advierten que parte del colapso se debe a que muchos usuarios acuden a urgencias por afecciones leves, saturando un servicio concebido para casos críticos y ralentizando la atención de quienes realmente la requieren.

El impacto humano y operativo se agrava con el desgaste del personal médico, que labora bajo condiciones de estrés continuo, exposición a sobrecarga y turnos extendidos, como documenta la Federación Médica Colombiana. Esta presión, sumada a la insuficiencia de camas y recursos tecnológicos, repercute directamente en la calidad asistencial, incrementando los riesgos de complicaciones y mortalidad, especialmente en pacientes con patologías crónicas o de alta complejidad.

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La situación en Medellín no es un caso aislado en el país. Informes de la Asociación Colombiana de Empresas de Medicina Integral (ACEMI) y la Secretaría Distrital de Salud de Bogotá reflejan estándares similares de sobreocupación en la capital, aunque con diferencias en los protocolos y respuestas institucionales. No obstante, estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS) muestran que en otras ciudades latinoamericanas se ha logrado mitigar esta crisis fortaleciendo la atención primaria y aplicando sistemas de triaje más eficientes para canalizar adecuadamente los casos según su gravedad.

Ante este panorama, las autoridades de salud hacen un llamado urgente a medidas estructurales: la ampliación y optimización de camas, la normalización de pagos por parte de las EPS, educación ciudadana para el uso responsable de los servicios médicos y el fortalecimiento de la atención primaria son algunas de las estrategias recomendadas. La experiencia de Claudia* y la congestión permanente en instituciones como el Hospital San Vicente Fundación son reflejo de un reto sanitario cuya solución requiere decisiones profundas en materia de gestión, política pública y corresponsabilidad social.

Preguntas frecuentes relacionadas

¿Por qué se saturan las salas de urgencias en hospitales públicos?

La saturación de los servicios de urgencias es un problema que involucra múltiples factores, incluyendo la escasez de camas, la falta de personal suficiente y la limitación de recursos físicos y tecnológicos. Según el Ministerio de Salud y Protección Social, otra de las razones principales es la demanda inadecuada: muchos pacientes buscan atención en urgencias ante dolencias leves o crónicas que deberían ser manejadas en centros de atención primaria. Esto genera un “cuello de botella” y deriva en tiempos de espera prolongados para quienes realmente enfrentan situaciones críticas.

Adicionalmente, el sistema de salud colombiano ha sufrido dificultades financieras, como las deudas acumuladas de las EPS a los hospitales, reduciendo la capacidad de respuesta. El desgaste del personal asistencial, evidenciado por encuestas gremiales, termina afectando la calidad de la atención y, en última instancia, incide en la mortalidad y morbilidad de la población más vulnerable.

¿Qué es un sistema de triaje y por qué es clave en urgencias?

El triaje es un proceso de clasificación que prioriza la atención médica según la gravedad del estado de cada paciente. Según la Organización Mundial de la Salud, su correcta implementación permite que los casos más graves reciban tratamiento inmediato, mientras que las atenciones menos urgentes pueden ser postergadas o redirigidas a otros servicios. Esta metodología es crucial ante escenarios de sobreocupación, pues busca distribuir eficientemente los recursos limitados para maximizar el impacto en la salud pública.

En hospitales con protocolos de triaje estrictos se ha observado una mejora en la agilidad y pertinencia de la atención, así como una reducción en la mortalidad por emergencias desatendidas. Sin embargo, su éxito depende tanto de la capacitación del personal como de la inversión institucional en herramientas tecnológicas y políticas de gestión adaptadas a la realidad de cada centro hospitalario.

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