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El Grupo de Apoyo Técnico Forense de la Unidad de Investigación y Acusación de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) logró recuperar recientemente varios cuerpos en el cementerio El Carmen, ubicado en Riosucio. Este trabajo fue coordinado por la JEP, la UIA y la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas, quienes llevaron adelante una labor minuciosa de recolección, análisis y contraste de información. Además, las actividades técnicas y científicas del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses resultaron determinantes para confirmar la identidad de los restos.
La entrega digna de los cuerpos se estructuró con un acompañamiento integral a las familias: profesionales de la Oficina de Atención a Víctimas de la JEP y de la Unidad para las Víctimas estuvieron presentes para ofrecer respaldo psicosocial, mientras que un grupo de expertos de Medicina Legal brindó explicaciones detalladas sobre los procedimientos científicos. La orientación jurídica, liderada por el despacho de la magistrada María del Pilar Valencia García, también formó parte de este proceso, permitiendo a las familias entender y ejercer sus derechos durante todas las etapas.
Una vez finalizados los procedimientos oficiales, se procedió con la inhumación de los cuerpos en lugares elegidos previamente en conjunto con las familias. Los cementerios San Camilo en Pereira, Los Jazmines en Santa Rosa de Cabal, El Carmen en Riosucio y San Nicolás en el Resguardo Indígena de San Lorenzo, se convirtieron en los sitios finales para el descanso de los desaparecidos. Cada inhumación fue precedida por actividades espirituales acordes a las creencias de los allegados, contando en todo momento con acompañamiento psicosocial.
En el Resguardo Indígena de San Lorenzo, médicos tradicionales oficiaron una ceremonia de armonización espiritual en el Centro del Pensamiento José Eliberto Gañán. Siguiendo la cosmovisión de la comunidad, estas prácticas persiguen restablecer el equilibrio entre cuerpo, alma y espíritu, además de preparar tanto a las familias como al territorio para el reencuentro. Así, la sanación se entiende como un acto colectivo que honra la memoria e integra simbólicamente al cuerpo con el territorio y la cultura ancestral.
Junto a este acto espiritual, se llevó a cabo una ceremonia católica en la capilla del Cementerio San Nicolás, donde dos de los cuerpos fueron inhumados, respetando las creencias de otras familias que participaron en el proceso.
Las autoridades indígenas señalaron el alcance devastador de la desaparición forzada: más allá del dolor individual, la pérdida desarticula la comunidad, interrumpe la transmisión de conocimientos ancestrales y afecta profundamente la armonía del territorio. El médico tradicional, durante la ceremonia, resumió el significado de la entrega diciendo que “sanar no es solo encontrar el cuerpo. Es sanar el territorio, sanar a las familias y sanar la tristeza que quedó”.
El testimonio de Angie Marcela Gañán Gañán, comunera de San Lorenzo y sobrina de José Leonel Gañán Blandón, resulta especialmente revelador. Para ella y su familia, la búsqueda de su ser querido se extendió durante dos décadas, en las que mantuvieron la esperanza a pesar de la incertidumbre. Angie afirma que la entrega brinda tranquilidad al ofrecer un lugar donde rendir homenaje: “Ahora mi mamá tiene un lugar donde ir, donde visitarlo. Eso nos deja tranquilidad. No borra el dolor, pero sí la incertidumbre”.
Por respeto a la privacidad, no se divulgó el listado completo de los nombres identificados. Entre quienes recibieron digna sepultura se encuentran José Leonel Gañan Blandón, Darío de Jesús Lengua Gañan, Darío Albeiro Fuquenes Barriga, Elkin Gañán Gañán, William de Jesús Castaño Acevedo y Carlos Alberto Sepúlveda Palacio, según informó el boletín de la JEP.
¿Por qué es importante la entrega digna de restos en contextos de conflicto?
La entrega digna de los restos es relevante porque no solo permite a las familias recuperar a sus seres queridos y emprender un proceso de duelo, sino que también contribuye a la restauración del tejido social y la memoria colectiva. En contextos donde la desaparición forzada ha dejado heridas profundas, este acto es esencial para reconstruir la confianza y devolverle a la comunidad parte de su dignidad.
Además, la dignidad en la entrega se convierte en un acto de reconocimiento de los derechos de las víctimas. Restituye la voz de quienes han sido silenciados por la violencia y ayuda a restablecer el equilibrio emocional, cultural y territorial interrumpido por la ausencia.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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