En ese último año —explica Vélez en su columna—, por no poder reelegirse, esos políticos pierden su influencia frente a otros políticos y hasta los presidentes más queridos e influyentes en ese país pasan por este periodo.

Claro: Duque ni siquiera ha cumplido su primer mes de gobierno, pero, según Vélez, en este breve tiempo “su gestión más se parece a la de un jefe de Estado en su tercer año de administración y no en el transcurso de los determinantes primeros 100 días. Falta rienda y línea”.

En este corto lapso de su administración, Duque “no ha tomado una sola acción contundente en los temas de estructura nacional. […] Ha asumido el día a día del Gobierno y ha hecho presencia en las regiones”, agrega Vélez. “No ha impulsado el primer proyecto de ley y con solo lo que se dice serán sus iniciativas ya ha visto […] afectada considerablemente” la aprobación ciudadana sobre él.

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Para el columnista, Duque es “un hombre jugado en apostar por las ideas y las propuestas antes que por el juego político de las transacciones que impera en la nación. Y ahí precisamente está la desconexión. Es el presidente de la Colombia del futuro en una nación que aún está en el pasado cooptado por las prácticas clientelistas de las regiones. Tiene un problema de tiempos”.

“Si el presidente Duque no interpreta los momentos y no empieza a tirar línea pronto, correrá el riesgo de convertirse en un pato cojo muy joven y ese es un pésimo escenario para el país, que hoy necesita más acción y menos concepto”, concluye Vélez.