El exitoso empresario contó en Caracol Radio la incómoda situación que vivió en ese reconocido restaurante, ubicado en el hotel Casa San Agustín, cuando se disponía a almorzar junto a su esposa e hija, luego de asistir al Festival de Música Clásica en Cartagena.

Según mencionó Gerard, su casa queda justo al lado del establecimiento, por lo que es normal que asista a ese sitio y hasta conozca a los propietarios.

No obstante, en esta última oportunidad asegura que nos los atendieron por diferentes excusas que supuestamente estaban relacionadas con una reserva, un código de vestimenta y hasta un aforo máximo.

“Entramos al restaurante, delante de nosotros había unos norteamericanos, mochileros con backpack y sus sandalias. Ellos pidieron mesa, les preguntaron si tenían reserva y dijeron que no. Los sentaron mientras les acomodaban una mesa”, recordó el denunciante.

Lee También

Sin embargo, cuando llegó el turno de él y su familia para ser atendidos comenzaron los supuestos pretextos, inicialmente, por parte de un mesero que les solicitó la reserva para dejarlos ingresar.

“El mesero, es importante decir que es moreno como yo, dio la vuelta al escritorio, nos miró de pies a cabeza, de una forma un poco agresiva y desagradable. Le preguntamos si había algún problema y dijo: ‘Un momento’ y se fue”, contó en la entrevista.

Mientras tanto, el empresario y su familia interactuó con los norteamericanos y otros extranjeros que esperaban mesas, pero no tenían reserva.

“Roberto (mesero) regresó con Sofía (otra trabajadora de Alma) y nos indicó que “no estaban aceptando gente sin reserva”. La respuesta lo sorprendió porque a los extranjeros les estaban acomodando mesa.

Pero, ante la refutación de Gerard, agrega, llegó la segunda excusa por parte de “Sofía”, que les manifestó: “Lo que pasa es que tenemos un código de vestimenta y no podemos aceptar gente con zapatos abiertos”.

(Vea también: Colegio niega entrada a madre de familia por su forma de vestir).

El empresario aseguró en la emisora que vio a otros clientes con “shorts, chanclas y camisetas sin mangas”, mientras ellos salían de un concierto y él vestía “una guayabera y mi esposa un vestido largo y sandalias elegantes”.

Aunque, el empresario objetó que había otras personas que no cumplían con una vestimenta adecuada, los trabajadores volvieron a insistir en la instrucción de la reserva.

“Pónganse de acuerdo, ¿es un problema de reserva o de vestimenta? ¿Cuál es el argumento?”, cuestionó Gerard, mientras les propuso esperar en el bar para esperar una mesa.

Pero llegó una tercera excusa. “En el bar tenemos capacidad limitada y por el COVID-19 no podemos recibir mucha gente”, le respondieron a su solicitud.

El empresario dice que tanto el restaurante como el bar estaban casi vacíos. Por eso, también los limitaron diciendo que para esa zona también necesitaban reserva.

“Tengo toda una vida siendo negro y soy capaz de reconocer esos pequeños prejuicios que uno se encuentra en el camino”, lamentó el alto ejecutivo africano, que se radicó en Colombia desde 2003 y se ha destacado por representar a Latinoamérica con compañías mundiales como Phillipe Morris, Caterpillar e ING.

El hombre les recriminó su acción a los trabajadores y les manifestó: “No hagan eso, lo que están haciendo es una discriminación burda”, y al tiempo agregó:

“Yo he venido muchas veces al restaurante Alma, un buen restaurante, y conozco al dueño. Sé que no hay ninguna instrucción de discriminación racial de parte de sus jefes. Eso es iniciativa propia y viene desde la herencia cultural particularmente de la costa Caribe y que quieren ser más blancos que los blancos”.

Finalmente, la familia habló en francés y asegura que en el lugar quisieron cambiar su actitud, pero era “inaceptable” porque ya la atención dependía de la condición social.

El empresario recalcó que si hubiese querido que lo atendieran tenía la posibilidad de hacerse notar, como sucede en muchos casos; sin embargo, decidió exponer su caso porque considera que tienen la voz para poder hablar en nombre de las minorías que son rechazadas.