Pero el futuro político de esa generación que llegó al poder en las elecciones de 2019 también pinta oscuro, de acuerdo con la perspectiva de analista Ariel Ávila.

El sondeo, hecho a través de 900 encuestas telefónicas entre el 4 y el 7 de junio, encontró que Claudia López, alcaldesa de Bogotá, pasó del 71 % al 76 % en imagen favorable; mientras que su imagen desfavorable bajó del 22 % al 18 %.

Daniel Quintero, alcalde de Medellín, se disparó del 58 % al 84 % en imagen favorable; mientras que en imagen desfavorable baja del 25 % al 12 %. Y Jorge Iván Ospina, alcalde de Cali, subió del 54 % al 67 % en imagen favorable, mientras que en la desfavorable pasó de 27 % al 26 %.

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Quizás el alcalde que salió peor librado en esta encuesta fue el de Barranquilla, Jaime Pumarejo, que pasó del 40 % al 48 % en su imagen favorable, mientras que la imagen desfavorable pasó del 42 % al 44 %.

El ascendente comportamiento de la imagen favorable de los mandatarios locales se podría explicar, en principio, porque para atender la crisis del coronavirus, ellos no solo han tenido mayor exposición, sino que han demostrado liderazgo y compromiso.

Sin embargo, en un análisis hecho sin considerar los resultados de esta encuesta, Ariel Ávila plantea en El País, de España, un escenario no tan promisorio para los mandatarios locales después de la pandemia.

“Los alcaldes y gobernadores que se posesionaron el 1 de enero de 2020 […] deberán, por los próximos dos años, administrar una sociedad en crisis”, escribe Ávila en el diario madrileño. “Será difícil que todos los sueños de estos mandatarios se cumplan, y los esfuerzos económicos deberán hacerse para sobrellevar la crisis”.

Ávila plantea cuatro componentes de esta crisis que deben atender los mandatarios: 1) evitar que los más pobres pasen hambre, 2) evitar que las pequeñas y medianas empresas sigan cerrando, 3) evitar más despidos en las grandes empresas y 4) atender a muchas familias que entrarán en insolvencia económica en algunos meses.

El común denominador es que esos escenarios implican altos niveles de gastos “y sin saber aún la magnitud de la crisis, se ve difícil que los grandes sueños y promesas de progreso social [que hicieron los actuales alcaldes] se logren”, agrega Ávila.

“Pero sobre todo, esta crisis puede llevarse y sepultar una generación completa de políticos jóvenes que lograron ganar alcaldías y gobernaciones en octubre de 2019”, advierte. “Realmente, cuesta pensar que alguien saldrá bien librado de todo este desastre”.