La perra Azul Sofía, que estaba perdida desde el 24 de marzo, apareció en la carrera 70, cerca a la Universidad Pontificia Bolivariana, en Medellín. Su dueña, Paola Vergara, había denunciado el caso, llorando, en redes sociales, donde se hizo viral. El lunes 27 de marzo, en la noche, recibió una llamada de la Policía. Entonces las cosas comenzaron a cambiar.

Paola fue con dos amigos hasta las oficinas del 123, en la Avenida Ferrocarril con San Juan. Allá se tiene monitoreada toda la ciudad con las cámaras de seguridad. Entonces hicieron el trazado del lugar en que se habían robado a Azul, en D1 de Laureles. Le siguieron la pista al hombre que se la llevó y la desamarró, esto con la intención de saber dónde vivía.

Pero entonces pasó algo impensado. Alguien que había visto la publicación en Tik Tok llamó a Paola y le dijo que había visto a una perrita que coincidía con la descripción de Azul. El informante dijo que la había visto en la 70.

Aprovechando que estaban en la central de monitoreo, empezaron a revisar las cámaras del sector y encontraron a un hombre que también coincidía con la descripción de la persona que había desamarrado y se había llevado a Azul el viernes pasado.

Varias cámaras lo enfocaron y detallaron que el hombre llevaba algo cargado, como un bulto. Cuando se giró por alguna razón, Paola se dio cuenta de que lo que llevaba al animal, a la que distinguió por una de sus paticas blancas.

Entonces, una patrulla de la Policía fue hasta el lugar y recuperó a la perrita criolla. El otro detalle de esta historia tiene que ver con la persona que se la había llevado. Se trata de un hombre de mediana edad, desempleado y en situación de calle. El hombre tiene dos hijos y su esposa está en embarazo.

Paola se comprometió a darle un mercado y a ayudar a conseguir trabajo a esta persona. “Le agradecí por haber cuidado a Azul, pues la alimentó bien, aunque está un poco deshidratada y muy cansada. Él pidió disculpas y dijo que no la quería vender, sino que se quería quedar con ella”, comentó la dueña.

Esta historia terminó bien para Azul y su dueña, pero devela los problemas sociales de la ciudad.