El diario bogotano y el barranquillero son los dos únicos periódicos que apostaron este domingo —día en el que se espera que después de la última etapa (el paseo por los Campos Elíseos, en París), Egan se corone oficialmente como campeón del Tour de Francia, la prueba ciclística más importante del mundo— a exaltar ese logro y analizarlo en clave de lo que significa para el país.

Con base en la conducta “escarabaja”, es decir, la que han construido durante muchos años con esfuerzo y sacrifico los ciclistas colombianos en las carreteras del mundo, que es, según El Nuevo Siglo, “representativa de lo más popular y genuino del espíritu colombiano”, pueden derivarse lecciones “ejemplares para toda la nación”.

“En especial […], frente a aquellos que quieren sacar réditos deplorables de poner el encono y la hostilidad de epicentro y objetivo aparentemente laudables entre los colombianos, absortos con esa actitud esterilizante, a todas luces caprichosa y regresiva”, agrega el editorial del diario bogotano.

Nairo Quintana y Egan Bernal

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Para este rotativo, el desempeño histórico de Colombia en el Tour de Francia, “esta vez en cabeza de la figura ya emblemática de Egan Bernal, demuestra cuánto vale para este país la posibilidad de soñar en grande; de darle curso a los esfuerzos a partir de la disciplina y la perseverancia; de entender que todas las metas son posibles cuando se adopta la competencia con un ánimo positivo y profesional en vez de caer, como ocurre por ejemplo con la política nacional, en la polarización infructífera, el divisionismo pendenciero y la dispersión infantil”.

Advierte, eso sí, que celebrar con ahínco ese triunfo “no se traduce […] en exaltar ningún tipo de patrioterismo; ni en irritar nacionalismos sentimentaloides, al igual que suele hacerse dentro del mercantilismo publicitario deportivo tan acostumbrado; ni tampoco en inflamar un romanticismo vacuo a fin de sentirse el ombligo del mundo”.

No. Celebrar la histórica victoria de Bernal —considera El Nuevo Siglo— es celebrar lo que vienen haciendo los deportistas nacionales en otras disciplinas, por lo que destaca el más reciente triunfo de la dupla Cabal y Farah que demostraron cómo, “con idéntico pundonor y método, era posible conseguir el primer lugar de la élite tenística”.

“Lo hicieron, a semejanza de los ciclistas, con humildad, sin rimbombancia, en suma, con toda la jerarquía que supone tener confianza en sí mismos, sin recurrir a la insana maduración a punta de titulares de periódicos o la vana fugacidad de los like”, dice el diario, en clara alusión a las figuras efímeras, como pavesas, que se inflan en las redes sociales.

En los casos de Bernal y de Cabal y Farah, asegura el diario, “se llegó a la cima […] sabiendo de antemano que la lucha, aun con sus traspiés, es sinónimo de buenos resultados; que para ganar se necesita no desperdiciar la estamina en episodios circunstanciales; que hay que tener concentración en los propósitos adoptados en lugar de distraerse en los reflectores y las minucias”.

Menciona a Caterine Ibargüen y a Mariana Pajón, en un listado necesariamente incompleto, solo para sostener que en cada uno de los deportistas que cupieran en él “se esconde […] un trozo de Colombia de muchísima mayor envergadura y raigambre que los nefandos propiciadores de la violencia y de quienes politizan esa tragedia endémica”.

“Por el contrario, son los deportistas, en su conjunto y como forjadores de esa nueva cultura, quienes con su ejemplo digno dicen no a la droga, crean un ambiente diferente al enconado que suele formularse en las redes sociales, y permiten avizorar el futuro desde una perspectiva de mucho mejor talante, desde luego, al eterno retorno del fatalismo y la melancolía”, añade El Nuevo Siglo.

El Heraldo, por su parte, asegura que la proeza de Egan “nos llevó hasta la cima del deporte que quizá mejor encarna, en su conjunto, los valores del esfuerzo personal, el trabajo en equipo, la disciplina, la tenacidad, la paciencia y la humildad. Unos valores que están bien presentes en el pueblo colombiano”.

Sin embargo, lamenta que esos valores por particularidades históricas o sociales “aún están lejos de dominar la cotidianidad del país. Aquí, desafortunadamente, los contactos, los privilegios de clase, el dinero fácil, la filosofía de ‘pendejo el último’ y ‘aprovecha la papaya’ continúan desempeñando un papel demasiado activo en nuestro proyecto colectivo de nación”.

“Ver a Egan […] pedaleando esforzadamente por la geografía francesa, concentrado y con la mira puesta en la codiciada meta, es la imagen que debe perdurar en nuestras retinas”, agrega el diario barranquillero. “Pero más allá del orgullo patrio que nos produzca el acontecimiento, sería deseable que lo que ha hecho este muchacho zipaquireño nos lleve a una reflexión más profunda sobre lo que somos como sociedad y, sobre todo, lo que podemos llegar a ser si sacamos lo mejor de nuestras capacidad y lo ponemos al servicio de todos”.