El texto de Zableh, publicado este sábado antes de que se conocieran los resultados de la etapa 20 del Tour de Francia, también incluye a otro histórico colombiano, Juan Pablo Montoya.

A Quintana, Bernal y Montoya, sostiene Zableh, los descalifican porque “no responden como nos gustaría que respondieran. Es que los preferimos dóciles, sumisos, como si en vez de competir por su propia satisfacción personal, por el patrocinador que pone el dinero y para sacar adelante a sus familias, estuvieran obligados a cubrirnos de gloria mientras en el sofá comemos crispetas con una mano y nos manoseamos los genitales con la otra”.

En esta mirada pragmática y realista, Zableh recuerda que “nos agarramos otra vez, en esta oportunidad por Nairo Quintana. Perder tiempo de manera continua en este Tour de Francia y haber ganado la etapa del jueves fue el terreno que escogimos para bajarle aún más el nivel al debate y repartir odio de manera gratuita”.

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“Excusas, nada más, porque esto no se trata de Nairo. Tampoco de la guerrilla, del proceso de paz o la lucha por la tierra; no tienen culpa la jugadita de Macías ni nuestras posiciones políticas encontradas. Tampoco es Twitter o Facebook, somos nosotros. Hay en los colombianos una vocación pocas veces vista para pelearnos por lo que sea y acabarnos a machete si es necesario con tal de defender nuestro punto de vista”, escribe Zableh.

Se burla de que Colombia suela quedar en los primeros puestos de los ‘rankings’ de los países más felices del mundo “que elabora quién sabe quién”, frente a lo que afirma tajantemente: “Es falso”.

“Somos un pueblo triste, apaleado y abusado que cada vez que nuestro equipo de fútbol gana se emborracha no para celebrar, sino para tener otra razón para agredirse”, vuelve a lamentar Zableh. “Esta vez le tocó a Nairo hacer de pared donde desahogamos nuestras frustraciones. El día que ganó salió un mundo de gente que, más que celebrar el triunfo, mandaba a callar a quienes lo habían criticado; luego miraba uno bien, y quienes defendían a Quintana eran muchos más que los que lo atacaban”.

Y se pregunta: “¿Cuál es el afán de pelear? ¿Por qué inventarse enemigos imaginarios? ¿Qué somos acaso? ¿Uribistas? Además, ¿qué son esas ganas de darle visibilidad a cualquiera? Porque no es que al ciclista se le hubiera ido encima el gremio de intelectuales de las universidades de la Ivy League o las cabezas visibles del Grupo Bilderberg. No, eran cuatro infelices, literalmente. Personas que tienen que salir a dárselas de importantes en internet porque en sus casas no se las soportan o, peor, que viven solas y no pueden pelear con sus mascotas”.