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Este artículo fue curado por Andrea Castillo   Sep 22, 2025 - 6:29 am
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La trágica desaparición de Saulo José Posada Chacín, un joven del barrio San Martín de Valledupar, a manos del Batallón de Artillería No. 2 La Popa, constituye un caso emblemático de los crímenes de desaparición forzada cometidos en el contexto del conflicto armado colombiano. Según el periódico El Pilón, Saulo había denunciado episodios de abuso físico y emocional mientras servía en el Ejército, situaciones que se presentaron antes de su retiro. Posteriormente, fue capturado y presentado falsamente como dado de baja en combate, y su cuerpo desapareció después del sepelio, reproducido como un patrón sistemático de violencia e impunidad.

La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), órgano creado para investigar los crímenes más graves cometidos durante el conflicto, incluyó el caso de Saulo dentro del macrocaso sobre el Batallón La Popa. Esta instancia judicial consideró, en una sentencia fechada el 18 de septiembre de 2025 y citada también por El Pilón, que existió una práctica de desaparición forzada y encubrimiento recurrente entre algunos exmilitares. En su investigación, la JEP reconoció la existencia de patrones que dificultaban la identificación y entrega de los cuerpos, buscando evadir la responsabilidad institucional por las víctimas, cuyas cifras se elevan a miles según reportes del Centro Nacional de Memoria Histórica y la Unidad para la Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD).

A nivel social y psicológico, la desaparición forzada deja una huella de dolor prolongado en familiares y comunidades, como lo subrayan investigaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). En este sentido, el fallo de la JEP ordenó la búsqueda activa y digna de los restos de las víctimas, exigiendo implicación tanto del Estado como de actores internacionales, con el fin de garantizar el cierre del duelo y la reparación simbólica para las familias afectadas.

Sin embargo, alcanzar justicia ha resultado arduo frente a la resistencia institucional y la persistente impunidad. Alexandra Chacín, hermana de Saulo, declaró ante El Pilón las dificultades enfrentadas por las víctimas ante el silencio estatal y los beneficios judiciales concedidos a los responsables directos. Este fenómeno, también señalado por medios como Reuters y The Guardian, obstaculiza la consolidación de medidas efectivas de no repetición y memoria histórica, pese a los progresos representados por los procesos judiciales recientes.

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Desde una perspectiva periodística, la información verificada mediante documentos oficiales y testimonios directos es fundamental para esclarecer hechos de esta naturaleza. Expertos de la Fundación Gabo y el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística recomiendan el uso de plataformas tecnológicas como Nina, que permiten cruzar bases de datos públicas con el objetivo de mapear redes de responsabilidad en violaciones de derechos humanos, lo que puede fortalecer la documentación y seguimiento de estos casos. El parque San Martín, donde la memoria de Saulo permanece, representa tanto el dolor persistente de una comunidad como la esperanza de avanzar hacia una Colombia con verdad y justicia.

¿Cómo funciona la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) en el caso de desapariciones forzadas?
En el contexto colombiano, la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) tiene el mandato de investigar, juzgar y sancionar los crímenes más graves cometidos durante el conflicto armado, entre ellos la desaparición forzada. Este mecanismo, al que se refiere El Pilón, centra sus esfuerzos en esclarecer patrones de conducta institucional y establecer responsabilidades colectivas e individuales dentro de las fuerzas militares y otros actores del conflicto. Con la apertura de macrocasos, la JEP recopila testimonios, verifica documentos y emite órdenes para la búsqueda de desaparecidos, buscando así contribuir a la reparación integral de las víctimas y la no repetición de estos hechos atroces.

¿Qué impacto psicológico genera la desaparición forzada en las familias?
La desaparición forzada no solo afecta a la víctima directa, sino que ocasiona profundas heridas emocionales y sociales en quienes les sobreviven. De acuerdo con documentos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), este crimen implica la negación del derecho a la verdad y al duelo, sumiendo a las familias en una incertidumbre angustiante que puede perpetuarse por años. La imposibilidad de localizar los restos o de recibir información clara sobre el destino del ser querido produce efectos traumáticos, aislamiento y, en muchos casos, obstaculiza la reconciliación en el plano comunitario y nacional.

* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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