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La desaparición de Valeria en Cajicá moviliza búsqueda regional y reabre el debate sobre desapariciones infantiles en Colombia
La desaparición de la niña Valeria en la vereda Río Frío, municipio de Cajicá, desde el 12 de agosto, ha desencadenado una operación de búsqueda sin precedentes que involucra a más de 200 rescatistas. Participan autoridades como la Policía Nacional, el Ejército, Bomberos y la Cruz Roja Colombiana, así como voluntarios de municipios vecinos como Cota y Chía, organizados incluso en grupos de domiciliarios solidarios. Según reportes oficiales, la misión cuenta con el apoyo de tecnologías avanzadas, siendo drones, perros de rastreo y buzos claves en la inspección de zonas boscosas y el cauce del río, aunque las autoridades han descartado que Valeria haya caído al río, conforme a los más recientes informes emitidos. Cámaras de seguridad permitieron ubicar el momento en que la niña entra a un área de arbustos cercana al río; sin embargo, no se registró su salida por ese mismo punto, lo que ha impulsado la intensificación de las labores en las zonas naturales colindantes (Fuente original).
Este caso ha sensibilizado intensamente a la comunidad de Cajicá y a la región, evidenciando una problemática que afecta a Colombia: la desaparición de menores en áreas periurbanas colindantes con grandes urbes. Datos del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Colombia reportan más de 2,000 casos de menores desaparecidos durante 2023, subrayando la urgencia de establecer protocolos robustos de búsqueda inmediata y coordinación eficaz entre instituciones, para prevenir desenlaces trágicos (INMLCF, informe 2024). Así, la respuesta desplegada corresponde no solo a la emergencia puntual sino a una tendencia nacional de movilización colaborativa y estatal.
El operativo en Cajicá sigue estándares internacionales sugeridos por la Organización Internacional de Policía Criminal (INTERPOL), que recomienda equipos multidisciplinarios y tecnologías de punta en la localización de personas desaparecidas, especialmente menores (INTERPOL, Informe Anual 2023). En la práctica, el uso de drones facilita el acceso aéreo a terrenos inaccesibles, mientras que los perros de rastreo especializados maximizan las probabilidades de localizar indicios sin perder recursos ni tiempo, estrategias que optimizan la labor humana y la hacen más precisa.
En un intento por agilizar el hallazgo, el gobernador de Cundinamarca, Jorge Emilio Rey, aumentó la recompensa a 50 millones de pesos para quienes suministren información válida, exhortando a la ciudadanía a colaborar responsablemente y evitar la proliferación de rumores que dificultan la investigación. La alcaldesa Fabiola Jácome reiteró la importancia de usar canales oficiales y asegurar que la información sea verídica y prudente, para proteger tanto la integridad de la investigación como la sensibilidad colectiva (Gobernación de Cundinamarca, comunicado agosto 2025).




Los registros de cámaras de seguridad, expresamente utilizados en investigaciones de desaparición y delitos, han resultado indispensables para precisar el recorrido y los momentos finales de contacto visual con la menor. Sin embargo, en Colombia persiste el reto de ampliar y conectar los sistemas de vigilancia pública y privada, tal como expone Naciones Unidas en su informe sobre tecnologías aplicadas a la seguridad ciudadana (ONU Mujeres, 2023).
Casos previos en países como México y Argentina destacan el valor de la actuación oportuna, la tecnología y la coordinación comunitaria: esas sinergias han posibilitado reducir en un 40% los tiempos de localización de menores, según el Centro Latinoamericano de Investigación en Seguridad (2024). De este modo, fortalecer redes de alerta temprana y garantizar cooperación interinstitucional resultan factores determinantes para encontrar personas desaparecidas con vida.
Organizaciones dedicadas a la protección infantil —como la Red por los Derechos de la Niñez en Colombia— insisten en la urgencia de renovar las políticas públicas y aumentar recursos para prevención, denuncia y búsqueda, orientando a los actores sociales y estatales a actuar eficazmente en estos casos (REDIN, Informe 2024).
La desaparición de Valeria, por tanto, trasciende su impacto inmediato y pone de manifiesto la obligación colectiva e institucional de fortalecer procesos de prevención, respuesta y acompañamiento, integrando tecnología, colaboración ciudadana y políticas de largo alcance, con el propósito de proteger a la infancia y evitar futuras tragedias. El anhelo de la comunidad es que las medidas adoptadas conduzcan pronto al reencuentro con la menor y sienten precedentes de buenas prácticas en emergencias de esta naturaleza.
Preguntas frecuentes relacionadas
¿Por qué es importante la coordinación entre comunidad, autoridades y tecnología en casos de desapariciones?
La coordinación efectiva entre ciudadanía, autoridades y herramientas tecnológicas ha demostrado ser fundamental para mejorar significativamente las probabilidades de encontrar a personas desaparecidas, especialmente menores. Cada actor aporta una perspectiva única: la comunidad facilita información inmediata y conocimiento del territorio; las autoridades aportan protocolos, recursos y experiencia; y la tecnología permite acelerar y precisar la labor, reduciendo el margen de error. Casos latinoamericanos recientes ilustran que solo la actuación sincronizada logra movilizar recursos rápidamente y evitar la dispersión de esfuerzos, condiciones vitales ante las primeras horas críticas en la desaparición de una persona.
En Colombia, donde la cobertura tecnológica aún es limitada en algunas zonas y la respuesta institucional puede presentar demoras, la colaboración directa con residentes locales y la integración de todos los recursos disponibles aumenta la eficiencia y rapidez de la operación. La experiencia demuestra que reforzar estos canales y promover la confianza mutua son tareas pendientes que requieren fortalecimiento constante.
¿Qué es un protocolo de búsqueda inmediata y cómo se implementa en Colombia?
Un protocolo de búsqueda inmediata es un conjunto de procedimientos estructurados que se activan tan pronto se reporta la desaparición de una persona, priorizando la velocidad de respuesta, el uso de tecnologías adecuadas y la coordinación entre organismos competentes. Su objetivo es minimizar el tiempo de exposición a riesgos y aumentar las probabilidades de hallazgo seguro, sobre todo en casos de menores. Dichos protocolos contienen pasos claros sobre comunicación, recolección de evidencias, áreas prioritarias de búsqueda y estrategias para involucrar a la comunidad.
En Colombia, aunque existen directrices nacionales y locales, los desafíos persisten en la implementación uniforme de estos protocolos, principalmente por la disparidad en recursos entre regiones y la falta de integración plena de sistemas tecnológicos y canales comunitarios. Organizaciones de derechos de infancia y expertos han reiterado la necesidad de invertir en capacitación, equipos y redes de alerta, para consolidar una respuesta proactiva y eficiente a nivel nacional.
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