A días del trágico suceso en la plaza Gilberto Charry en El Espinal, muchas inquietudes existen frente a las disposiciones que hubo antes, durante y después del desarrollo de la corraleja que, hasta el momento, cobró la vida de cuatro personas.

Al margen de la celebración, aún no existe claridad respecto a por qué había presencia de menores de edad durante la corraleja, pues se aprobó el permiso para la realización del evento sin cumplir ninguna de las medidas establecidas. Así pues, lo anterior representa una omisión en el cumplimiento de la Ley 1801 de 2016 frente a los dispositivos de seguridad que hay en este tipo de actividades.

Por otra parte, aún sigue siendo incierto quién asume la responsabilidad del siniestro. Por su parte, en el ‘ajedrez’ de la situación salen a relucir el alcalde Juan Carlos Tamayo, el representante legal de la contratista Corporguamo, José Vicente Rodríguez, y el dueño de la empresa ‘Raúl Espectáculos’, Raúl Oliveros, siendo este último el empresario que estaría a cargo de todo el desarrollo y organización de la cuestionada ‘tradición’ taurina.

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Adjudicación, pólizas y responsabilidades

El pasado 25 de abril, la Alcaldía de El Espinal publicó la convocatoria con la cual buscaba oferentes para el desarrollo de las fiestas de San Pedro en El Espinal. Según los documentos que aparecen consignados en el Secop II, la única empresa oferente fue la Corporación de Ferias, Fiestas Y Tradiciones Populares (Corpoguamo).

La adjudicación del contrato tuvo lugar el 3 de junio, donde la corporación ganó la licitación por un valor total de 3.000 millones de pesos. A su vez, para avalar a la empresa oferente, el cumplimiento de las pólizas debía alcanzar la suma de 400 SMMLV.

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La entidad, por su parte, cuenta con tres pólizas. La primera, por ‘seriedad de la oferta’ abarca un monto de 300 millones de pesos, seguro que fue consignado dentro del consolidado final de la evaluación técnica, jurídica y financiera del oferente para el desarrollo de las festividades.

Otra póliza, por responsabilidad civil extracontractual, cubre 400 millones de pesos, la cual ampara la indemnización de daños y/o perjuicios imputados al tomador, en este caso la Alcaldía de El Espinal.

La última póliza, por cumplimiento del contrato, está avaluada por 1.050 millones de pesos, que ampara los incumplimiento derivados de las obligaciones, pago de multas y de la cláusula penal pecuniaria que está consignada en el contrato final con Corpoguamo.

Aunque la empresa está ‘asegurada’, las pólizas, de acuerdo al amparo de cada seguro, no lograrían cubrir en su totalidad los daños y perjuicios que quedaron producto del siniestro en la plaza Gilberto Charry.

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Por otro lado, el contrato faculta a la corporación para subcontratar a personas naturales y jurídicas para el desarrollo de las actividades estipuladas en la ejecución del contrato. Así las cosas, en esta figura jurídica podría encajar la organización ‘Raúl Espectáculos’, la cual está involucrada con el desarrollo logístico de las cuestionadas corralejas en El Espinal.

Cabe destacar que, dentro de las actividades del contrato, no hay información concreta sobre las actividades que estaban consignadas para la realización de la corraleja, asunto que llama la atención pues la actividad estaba consignada dentro de la programación oficial de las festividades.

A su vez, en diálogo con la Veeduría Ciudadana por la Protección y Bienestar Animal del Tolima (Vepyba), se estableció que las condiciones de la Corte Constitucional, en la sentencia C-666 del 2010, indica que en las actividades de este tipo deben existir medidas contra el sufrimiento y el dolor del animal, además de privilegiar el arraigo cultural sobre el maltrato animal únicamente si en el territorio están estipuladas estas prácticas como tradicionales. 

Lo anterior resulta controversial pues, según el área jurídica de Vepyba, en El Espinal no hay soportes suficientes ante la ley para definir que la práctica sea considerada una tradición cultural y que se lleve a cabo con periodicidad, por lo que lo anterior implica una vulneración al ordenamiento jurídico y una posible celebración indebida de contratos por parte del alcalde.

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Por último, dentro del contrato existe una cláusula por indemnidad, algo ambigua, en donde se estipula que “el contratista mantendrá libre de todo daño o perjuicio que el municipio sufra con relación a cualquier reclamo, demanda, acción legal que pueda causarse por daños o lesiones a personas o propiedades de terceros, ocasionados por actos u omisiones de aquel, sus subcontratistas, dependientes en general o proveedores, durante la ejecución del objeto contractual (sic)”.

“Nunca se ha caído un palco”

Suministrada / El Nuevo Día

Esta redacción estableció que la edificación de los palcos inició el 18 de junio, un día antes de las elecciones presidenciales. En un vídeo suministrado, se observa a Jaime Orjuela Reyes quien, al parecer, tradicionalmente está a cargo de la inspección y vigilancia de la construcción de estos complejos.

En el metraje, Orjuela menciona que: “Regularmente me ha tocado el control y la vigilancia de la construcción de los palcos. En este momento se debe tener en cuenta que estamos en temporada de lluvias, por lo que hay mucha humedad en el suelo. Tenemos las guaduas centrales y las dobles que se amarran palco con palco para que sea una estructura monolítica. En el momento que haya un movimiento, todos los palcos se van a mover, pero no va a haber problema de que se vaya a caer uno”, explica Orjuela.

Y continuó: “Las guaduas son traídas de Armenia, están un poco delgadas pero tienen ‘buena constitución’. Lo más importante son los amarres, los lazos se agarran a la guadua y las cabuyas amarran las maderas. Nunca se ha caído un palco, de pronto se han cedido un poco, pero jamás hemos tenido un inconveniente. En esta oportunidad hemos exigido al máximo para garantizar a los visitantes que estén seguros y confiados”.

¿Y la prueba de resistencia?

Luis Ernesto García fue organizador de los palcos que se desplomaron el pasado domingo en El Espinal, tragedia que dejó como saldo a más de 350 personas heridas y el colapso de la red hospitalaria en el municipio.

El hombre habló con el medio informativo nacional Noticias Caracol, donde reveló algunos detalles sobre la edificación de los palcos, además de las irregularidades en las pruebas de resistencia. 

Suministrada / El Nuevo Día
Suministrada / El Nuevo Día

García inició anotando que todo se hizo bajo la supervisión y visto bueno de las entidades encargadas, aunque “no hubo prueba de carga” que certificara la resistencia de la estructura.

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“La guadua fue traída de Armenia. Esa guadua acá en el Tolima no se puede trabajar porque es una guadua de tierra fría, al llegar a tierra caliente se estalla”, indicó García quien, además, aseguró haber recibido amenazas de muerte.

“Soy el palquero más joven de acá de El Espinal, no es la primer plaza y palco que edifico, porque he estado en Carmen de Apicalá, en Suárez, en Chaparral, en muchas partes haciendo palcos”, se defendió Luis Ernesto García, quien insistió en que la caída de los palcos no fue por problemas de construcción.