Si algo caracterizaba al viejo Oeste, muy diferente a como lo pintan algunas películas, era el alto índice de criminalidad, homicidios y las inhumanas condiciones de vida. Forajidos, montados a caballo, se paseaban por los áridos terrenos en búsqueda de riquezas y poder. Por cerca de 25 años, aproximadamente (1865-1890), quedaría enmarcada la que, de acuerdo con varios expertos, es una de las épocas más oscuras de Estados Unidos.

Cartagena, no menos histórica que el salvaje Oeste, atraviesa momentos agrios. En la última semana, ha sido noticia por los casos de extranjeros que fueron víctimas de cobros desproporcionados en Barú. En este mundo paralelo no hay quien pueda defenderlos, como aquella icónica frase del Chapulín Colorado.

(Vea también: Turista mexicano expone la trampa de los comerciantes de Cartagena para cobrar de más)

Cartagena, emulando al salvaje Oeste por cobros a turistas

El primer caso, reportado el pasado 23 de agosto, involucró a un mexicano, quien pasó sus vacaciones en la capital de Bolívar. Sin embargo, no se escapó de las manos de unos vendedores en un kiosko de Playa Blanca. Al final, lo que parecía una tranquila jornada entre la arena y el mar se convirtió en una cuenta de más de 6 millones de pesos.

Además, el 25 de agosto, ocurrió el segundo hecho. Ahora quien cayó fue una familia ecuatoriana, que se quejó porque le cobraron más de 2’600.000 por dos mojarras y cuatro cervezas. En un video que circuló en las redes sociales se puede observar que los lugareños buscaron pelear con los extranjeros.

El común denominador de estas historias es que ni la Secretaría de Hacienda ni la Policía, encargadas de atender este tipo de altercados, han dado una solución al respecto. Ante la ausencia de la ley, los famosos vaqueros del viejo Oeste debían resolver los conflictos a tiros. No había más. Y en este caso, la solución luce distante.

Lee También

Ana María González, secretaria del Interior de Cartagena sostuvo, en entrevista con Caracol Radio, que “Colombia es libre mercado”, por lo que no se pueden hacer controles de precios. Una norma de ese estilo, señaló, tendría que aplicarse a todos los establecimientos.

En contraparte, la funcionaria dijo que exigirá a los dueños de los comercios que tengan a la vista los menús para que los turistas sepan a qué atenerse. Y, además, hizo un llamado de atención a los foráneos para que tomen mayores precauciones: “En las playas hay establecimientos informales y los turistas tienen que contribuir con su propio cuidado”.

Las investigaciones por las respectivas irregularidades en los cobros ya iniciaron. No obstante, lo ocurrido en Barú pone en evidencia que estos espacios turísticos se convirtieron en tierra de nadie y, como en las disputas de antiguos pistoleros, ganan los más osados.