El centro comercial Galarza fue concebido en el año 2000 por la Alcaldía de Ibagué para reubicar a más de 200 vendedores ambulantes que estaban ocupando el espacio público en el Centro de la ciudad, pero 20 años después, solo cinco personas siguen haciendo uso de este lugar, mientras que los demás locales permanecen abandonados u ocupados por oficinas gubernamentales. 

Solución fallida al proyecto

En el 2000, una decisión del Tribunal Administrativo del Tolima le ordenó al municipio de Ibagué la protección del espacio público en el Centro de la ciudad, al tiempo que le otorgó confianza legítima a más de 200 vendedores ambulantes. En 2002 y dando cumplimiento a lo dispuesto por la justicia, el entonces alcalde Jorge Tulio Rodríguez habilitó el Centro Comercial Andrés López de Galarza, ubicado en la carrera Tercera con calle 19. 

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Esta nueva estructura, donde se reubicaron los 200 vendedores, también serviría para transformar la calle 19 y el entorno del parque Galarza, pero con el pasar de los años, el sueño de la renovación urbana se desvaneció y en la actualidad allí solo permanecen cinco vendedores, dos de los cuales están casi quebrados.  

En 2014, se hicieron nuevas adecuaciones para trasladar allí algunas oficinas de la Administración municipal y otros locales fueron ocupados, pero los problemas de seguridad de la zona no permiten que los visitantes del Centro frecuenten el sector, por lo que hoy apenas quedan cinco locales abiertos y el resto del edificio está subutilizado, mientras el Centro permanece invadido de vendedores informales. 

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Q’HUBO visitó la zona y dialogó con Saladiel Álvarez Guzmán, un adulto mayor que se desempeñó como vendedor ambulante desde 1960 y en 2002 fue reubicado en el centro comercial Galarza junto a otras 200 personas, pero meses después, al ver que las ventas eran muy bajas, abandonaron los locales y regresaron a las calles. A pesar de la decisión de sus compañeros, don Saladiel permaneció allí, pero contó que actualmente su situación es bastante difícil debido a que hay días en los que no vende ni para comprar el almuerzo. 

Esta misma realidad la vive doña Ana Marleny Ortiz, otra adulta mayor que fue vendedora ambulante desde los 13 años y a principios de la década del 2000 fue reubicada en ‘el Galarza’, donde actualmente comercializa calzado. Según ella, hay días en los que no vende nada y debe irse caminando hasta su casa ubicada en el barrio Clarita Botero. A raíz de esto, le piden a la Gestora Urbana que recupere por completo el centro comercial y cumpla con el objetivo de transformar el entorno, azotado por la inseguridad.