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Un reciclador que se encontraba haciendo su labor en los contenedores de basura del corregimiento de Santa Elena, Medellín, se encontró un extraño contenido en dos de ellos. Por un lado, cinco chivos decapitados y por el otro ocho gallinas muertas.
El hallazgo se registró en la mañana del pasado jueves en la vereda Piedra Gorda. Según el reciclador, “cuando veo a un animal muerto, sin cabeza. Cuando le meto la mano a una bolsa negra, encuentro una pata y me doy cuenta de que son unos animales, por lo que alerto a las autoridades”.
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Inicialmente se rumoró que se trataban de perros, pero luego de que los agentes de la Policía Metropolitana llegaron al sitio y corroboraron que eran los animales en cuestión.
El concejal de Medellín, Juan Jiménez Lara, comentó que “después de la verificación, la Policía se llevó uno de ellos a la unidad forense veterinaria de la Remington y serán los encargados de hacer la necropsia, para establecer si a los chivos les cortaron la cabeza vivos o muertos o qué pasó”.
Los demás animales quedaron bajo la custodia de la Policía Ambiental, mientras que las unidades del Grupo Especial para la Lucha Contra el Maltrato Animal (Gelma) de la Fiscalía avanza en las investigaciones para establecer cómo se produjo la muerte de estos animales.
Las autoridades tratan de establecer, también, si la muerte de estos chivos y gallinas ocurrieron en otras zonas y los responsables habrían llegado a botar los restos en estos contenedores o si sucedió en propiedades cercanas en las que se estarían realizando rituales que leven al sacrificio de animales.
De acuerdo con diversos antropólogos de todo el mundo, es común en los rituales satánicos y de santería hacer el sacrificio de animales como parte de ofrendas para buscar obtener diversos beneficios del más allá.
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El antropólogo José Gregorio Henríquez explicó que este tipo de sacrificios de corderos y de aves están más relacionados con la santería afrocubana, en la que buscan sacrificarlos con el fin de obtener su sangre, bien sea para tomársela o para untársela.
“Los orishas beben de la sangre de la ofrenda para tomar la energía necesaria y para ello se hace esa ofrenda del chivo y el pollo, que alimentan el espíritu de las deidades”, manifestó el antropólogo.
Y aunque en Colombia hay libertad de culto, en los últimos años los sacrificios animales son sancionables penalmente mediante las leyes de protección animal, que ya impiden estos rituales porque los animales no pueden sufrir tratos crueles.
Así las cosas, los que asesinen animales en medio de rituales pueden tener una pena privativa de la libertad que está entre los 1 y los 3 años de prisión, todo dependiendo de los agravantes que se puedan presentar en estos hechos, además de una multa económica de 250 salarios mínimos mensuales, que a la fecha equivalen a los 325 millones de pesos.
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