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Entre el 7 y el 10 de agosto de 2025, Bogotá se prepara para acoger la sexta edición del Fritanga Fest, un evento que no solo celebra la gastronomía local, sino que también se ha convertido en un punto de encuentro cultural y social para residentes y visitantes. Durante cuatro jornadas, setenta establecimientos —incluyendo piqueteaderos, restaurantes y plazas de mercado— servirán generosas porciones de 750 gramos de fritanga a un precio asequible de $25.000, con entrada libre para todos los asistentes. Esta accesibilidad fomenta la participación masiva y subraya el objetivo principal del festival: acercar la tradición culinaria del altiplano cundiboyacense a la ciudadanía.
Las actividades del festival se expanden a lo largo y ancho de la ciudad, teniendo como escenarios principales las 12 Plazas Distritales de Mercado, entre las que se destacan por su historia lugares como Samper Mendoza, Perseverancia, Doce de Octubre, Concordia, además de plazas emblemáticas como Corabastos y Paloquemao. La presencia de 18 piqueteaderos y restaurantes tradicionales, tres emprendimientos rurales asociados con los Mercados Campesinos, y dos puntos administrados por el Instituto para la Economía Social (IPES), evidencia la diversidad y amplitud del evento. Este conglomerado de sedes y participantes permite al público descubrir la riqueza de la fritanga: un plato que conjuga chicharrón, costilla de cerdo, longaniza, papa criolla, morcilla, bofe y arepa boyacense, y que se ha adaptado a los gustos y posibilidades de las distintas comunidades urbanas y rurales.
Sin embargo, el Fritanga Fest va más allá de lo culinario. De acuerdo con datos del Observatorio de la Gastronomía Colombiana recogidos en 2023, la fritanga y sus múltiples variantes no solo forman parte del patrimonio gastronómico sino que también impulsan la economía local; generan empleo y activan cadenas productivas que conectan a pequeños productores rurales con comerciantes y consumidores urbanos. El estudio resalta que cerca del 30% de los piqueteaderos de Bogotá están vinculados a mercados campesinos, lo que significa que una buena parte de los insumos frescos proviene directamente del campo, fortaleciendo circuitos cortos de comercialización, prácticas sostenibles y la economía popular.
El Instituto para la Economía Social (IPES) —ente responsable de administrar varios puntos comerciales en Bogotá— juega un papel importante en la organización y soporte del evento. Según explicó su directora a El Espectador en agosto de 2025, el festival es mucho más que una exhibición gasronómica: se trata de una plataforma que ayuda a pequeños comerciantes y productores a acceder a nuevos mercados y aumentar sus ingresos, todo mientras se tejen lazos comunitarios y se promueve el desarrollo socioeconómico en zonas urbanas y rurales.
El respaldo y la realización de este festival en espacios como las plazas de mercado, tradicionales puntos de encuentro y abastecimiento, reafirman el compromiso con la sostenibilidad y la economía social. Datos de la Secretaría de Desarrollo Económico de Bogotá presentados en 2024 demuestran que la comercialización directa de productos rurales frescos en las plazas distritales ha crecido un 15%, una cifra que refleja la tendencia hacia la reducción de intermediarios y el aumento en la valoración y reconocimiento del trabajo campesino.
Culturalmente, el Fritanga Fest también incorpora expresiones vivas de la región andina colombiana como la música carranguera y una programación de actividades familiares, generando un ambiente festivo que invita a la integración y al rescate de tradiciones. La carranga, género musical autóctono, complementa la experiencia culinaria y brinda contexto a la herencia cultural que se celebra durante estos días de fiesta.
En un contexto de acelerada transformación urbana y globalización, donde proliferan ofertas gastronómicas internacionales que a menudo desdibujan los sabores locales, este tipo de festivales desempeñan un rol fundamental para preservar y revitalizar conocimientos, prácticas y productos de origen colombiano. Como señala la antropóloga gastronómica Ana María Quintero en entrevista de julio de 2025, los festivales gastronómicos son ocasiones para reivindicar el patrimonio culinario y cultural, al tiempo que se adapta a los retos y oportunidades del siglo XXI.
El futuro del Fritanga Fest apunta a consolidarse como un motor para el desarrollo local, integrando innovaciones sostenibles, alianzas con la academia y el sector público, y propuestas educativas que impulsen tanto el valor nutricional como la historia y origen de la fritanga. Al reunir economía, cultura y sostenibilidad, el festival reafirma año tras año su relevancia para Bogotá y para el país.
Preguntas frecuentes relacionadas
¿Qué impacto económico tiene el Fritanga Fest para pequeños productores y comerciantes?Esta pregunta es central para comprender cómo festivales como el Fritanga Fest inciden en la economía local. Cuando los pequeños productores y comerciantes acceden a mercados directos y eventos masivos, pueden ver aumentados sus ingresos, diversificadas sus oportunidades de venta y fortalecidas sus redes comerciales. La venta de productos típicos en porciones estandarizadas y bajo condiciones de precio y logística definidas por el festival puede generar ciclos virtuosos de demanda, incentivando la producción y comercialización local.
Sin embargo, también representa desafíos, pues la capacidad de respuesta a picos de demanda, el acceso a insumos y la competencia entre ofertas requieren estrategias de organización y cooperación. El IPES, los mercados campesinos y las entidades relacionadas cumplen un papel clave para equilibrar ingresos, garantizar buenas condiciones de trabajo y proteger tanto al consumidor como a los pequeños negocios que sostienen el tejido económico alrededor de la gastronomía popular.
¿Qué hace que la fritanga sea considerada patrimonio cultural en la región?El reconocimiento de la fritanga como patrimonio cultural no depende solo de sus ingredientes, sino, sobre todo, de su significado para la vida cotidiana, las costumbres y la memoria colectiva de la región bogotana y cundiboyacense. A través de generaciones, la fritanga se ha servido en encuentros familiares, celebraciones y festividades, configurándose como un símbolo de bienvenida y hospitalidad.
Este plato, compuesto por productos locales y técnicas de preparación tradicionales, representa la diversidad campesina y urbana, adaptándose a las transformaciones sociales y económicas del país. Festivales como el Fritanga Fest resaltan este valor, permitiendo que las nuevas generaciones reconozcan en la gastronomía una forma de identidad y pertenencia. Además, abrir el debate sobre el patrimonio culinario ayuda a fortalecer la protección y promoción de saberes ancestrales en un contexto de cambio constante.
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