Bogotá cuenta con un espacio de información muy completo donde la ciudadanía, residentes y extranjeros pueden consultar la información que les interesa sobre Bogotá, su historia, sus localidades, la gestión y principales noticias de la Administración Distrital.
La expansión acelerada del comercio electrónico en Bogotá ha venido acompañada de un incremento notorio en las denuncias de fraudes y estafas que impactan tanto a compradores como a vendedores. Sucesos recientes han alertado a las autoridades locales sobre la necesidad urgente de enfrentar este fenómeno, que responde tanto a tendencias globales como a particularidades del entorno digital capitalino. En respuesta, la Secretaría Distrital de Seguridad, Convivencia y Justicia (SDSCJ) ha emitido orientaciones para proteger a la ciudadanía, enfocándose especialmente en la compraventa de artículos como celulares, vehículos y electrodomésticos, donde suelen concentrarse los intentos de estafa. Esta realidad no solo afecta la percepción de seguridad digital en Bogotá, sino que evidencia un reto compartido por grandes ciudades de América Latina y del mundo.
Las modalidades más comunes, según Infobae y declaraciones de César Restrepo, secretario de Seguridad de Bogotá, involucran la creación de perfiles falsos o diseñados recientemente que presentan ofertas llamativas por debajo del mercado. Estos anuncios suelen acompañarse de documentos fraudulentos —como facturas, comprobantes de pago o correos supuestamente institucionales— que buscan ganar rápidamente la confianza del comprador. Detalles aparentemente pequeños, como errores ortográficos o enlaces sospechosos dentro de estos documentos, pueden ser señales de alerta clave. De acuerdo con las recomendaciones oficiales, la verificación rigurosa de la identidad del vendedor y la duda ante ofertas demasiado beneficiosas son la mejor defensa inicial contra estas prácticas delictivas.
Datos recientes del Cybercrime Latin America Report 2024, emitido por el Centro de Investigación sobre Crímenes en Internet para América Latina, confirman que el fraude en comercio electrónico creció un 37% en el último año en la región. El análisis destaca el refinamiento de las técnicas utilizadas por los delincuentes, que incluyen la ingeniería social —estrategias de manipulación que explotan la confianza— y la creación de plataformas falsas, dificultando aún más la detección temprana del engaño. Así, se subraya la importancia de investigar la legitimidad tanto de los perfiles como de los sitios web y sistemas de pago utilizados.
Expertos independientes y organismos como la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) de Colombia han coincidido en recomendar el uso de métodos de pago reconocidos y seguros, priorizando el pago contra entrega o sistemas de custodia (“escrow”) para evitar que el dinero se libere antes de estar seguros de la recepción del bien. Aconsejan, además, no aceptar comprobantes digitales hasta no verificarlos directamente con las entidades bancarias, y nunca compartir datos sensibles sin confirmación total de la contraparte y el entorno de la negociación.




El impacto social de las estafas digitales trasciende lo individual. Un informe de la Universidad Nacional de Colombia relaciona la proliferación de estos delitos con una mayor afectación a los sectores más vulnerables, que a menudo recurren a plataformas digitales para acceder a bienes a precios reducidos. Por ello, la educación financiera y digital resulta esencial para empoderar a los usuarios y reducir su exposición a intentos de fraude. Iniciativas educativas y campañas de divulgación, desarrolladas por las universidades y el gobierno local, buscan fortalecer la capacidad de la ciudadanía para identificar y prevenir riesgos, promoviendo un entorno digital más seguro.
A nivel institucional, la SDSCJ ha habilitado canales específicos de denuncia a través del CAI Virtual y WhatsApp, agilizando la actuación de las autoridades y la judicialización de los responsables. La Alianza Interinstitucional para la Defensa del Consumidor (AIDE) complementa esta labor prestando asesoría y acompañamiento a quienes han sido víctimas. Según la Cámara de Comercio de Bogotá, el fortalecimiento de la cooperación entre entidades y la inversión en herramientas de inteligencia artificial para la detección de perfiles sospechosos son pasos determinantes hacia un ecosistema más confiable para el comercio electrónico capitalino.
De este modo, Bogotá busca hacer frente a la problemática de las estafas digitales con una respuesta integral: no solo mediante recomendaciones prácticas, sino también a través del impulso a la educación, la innovación tecnológica y la organización institucional. El desafío consiste en fortalecer la resiliencia social y la confianza de los ciudadanos para que el comercio electrónico siga siendo una herramienta de desarrollo y bienestar, y no un espacio de riesgo e incertidumbre.
Preguntas frecuentes relacionadas
¿Qué es exactamente la “ingeniería social” en el contexto de los fraudes digitales?
La ingeniería social es un conjunto de técnicas empleadas por delincuentes para manipular a las personas y obtener información privada, acceso a cuentas o dinero de manera ilícita. Consiste en crear escenarios o identidades falsas que buscan despertar confianza, urgencia o miedo en la víctima. En el ámbito de los fraudes en comercio electrónico, la ingeniería social puede presentarse a través de mensajes atractivos, llamadas o correos supuestamente oficiales que inducen a realizar pagos o entregar datos sensibles. Entender este concepto ayuda a los usuarios a identificar señales de alerta y fortalecer su seguridad digital diaria.
¿Por qué la educación financiera y digital resulta esencial para prevenir estafas en línea?
La educación financiera y digital permite a las personas adquirir herramientas para analizar críticamente ofertas sospechosas, conocer sus derechos y saber cómo reaccionar ante posibles fraudes. Según informes de la Universidad Nacional de Colombia, los ciudadanos mejor informados logran identificar riesgos a tiempo y tienen mayor capacidad para denunciar, bloqueando así el ciclo de impunidad de estos delitos. Fomentar el conocimiento técnico y legal en asuntos digitales no solo protege a los usuarios, sino que también contribuye al desarrollo de un ecosistema comercial más sólido y confiable.
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