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La crisis en el suministro de gas natural que actualmente afecta a Colombia, y en particular a Bogotá, representa mucho más que una simple dificultad energética pasajera. Según lo advirtió el concejal Fernando López, la falta de este recurso está obligando a varios sectores industriales en el sur de la ciudad a emplear combustibles alternativos como diésel y fuel oil, cuyas emisiones contaminantes son considerablemente más altas. Este cambio en las fuentes de energía agudiza la ya precaria situación ambiental en áreas históricamente vulnerables, tales como el corredor industrial de La Sevillana y localidades densamente pobladas como Tunjuelito, Kennedy, Ciudad Bolívar, Bosa y Puente Aranda. Los habitantes de estas zonas enfrentan ahora un aumento potencial en las enfermedades respiratorias, con riesgo particular para quienes cuentan con limitado acceso a servicios médicos.
Bogotá, que en la última década fijó metas ambiciosas con el Plan Aire 2030 para disminuir la contaminación atmosférica y orientar su desarrollo hacia la sostenibilidad, observa un retroceso en su hoja de ruta. El uso creciente de combustibles más contaminantes incrementa la presencia de partículas finas como las PM2.5 — relacionadas con problemas pulmonares y cardiovasculares — y eleva la proporción de óxidos de azufre y nitrógeno en el aire. La sustitución del gas natural por combustibles fósiles debilita, por tanto, los avances en materia de calidad del aire conseguidos tras años de política pública ambiental.
Esta problemática ambiental se enmarca en dificultades estructurales más amplias que afectan la política energética colombiana. La merma en la producción de gas natural, agravada por la demora en la aprobación de nuevas licencias ambientales y la inestabilidad de acuerdos bilaterales con Venezuela, ha generado un déficit que repercute directamente en la industria y la vida urbana. Analistas del sector, citados por medios como Semana y Portafolio, apuntan a la falta de una estrategia energética de largo plazo como factor determinante. Las consecuencias trascienden el ámbito industrial, trasladándose al ámbito social y ambiental.
Frente a este escenario, el concejal López propuso instaurar una Mesa de Trabajo Intersectorial, conformada por autoridades ambientales, empresas energéticas, organismos reguladores y representantes de la ciudadanía. Este espacio tendría el propósito de analizar científicamente el impacto ambiental real, recomendar alternativas energéticas menos contaminantes y definir acciones regulatorias inmediatas para prevenir mayor deterioro en la calidad del aire de Bogotá.




Expertos de entidades como la Universidad Nacional de Colombia y la Secretaría Distrital de Ambiente han advertido que la actual crisis energética podría minar los logros alcanzados en reducción de emisiones. Estudios recientes confirman que elevar el consumo de combustibles fósiles alternativos podría provocar un aumento notable de enfermedades respiratorias crónicas, con un efecto más grave en zonas de alta densidad y menor acceso a servicios médicos. Esta experiencia, aunque encuentra precedentes en otras ciudades latinoamericanas como Ciudad de México y Santiago de Chile, adquiere en Bogotá un matiz particular debido a la concentración industrial y la desigualdad social, lo que convierte a las decisiones del presente en factores determinantes para la calidad de vida futura.
La gravedad de esta coyuntura energética y ambiental también impulsa un debate más amplio sobre el camino de Colombia hacia la sostenibilidad. La Agencia Internacional de Energía sostiene que avanzar hacia una matriz energética donde predominen las fuentes renovables, junto a robustos sistemas regulatorios, es esencial para proteger la salud urbana y garantizar el suministro seguro, sin renunciar a los compromisos ambientales.
¿Por qué el uso de diésel y fuel oil es más contaminante que el gas natural?Esta pregunta es crucial, ya que la elección del tipo de combustible impacta directamente en la calidad del aire y la salud pública. Tanto el diésel como el fuel oil generan un volumen más elevado de partículas contaminantes, incluidos óxidos de azufre, nitrógeno y partículas PM2.5, en comparación con el gas natural. Según informes de la Secretaría Distrital de Ambiente, estos contaminantes están directamente vinculados al aumento de las enfermedades respiratorias y cardiovasculares, especialmente en áreas urbanas con baja ventilación y alta densidad poblacional. Comprender las diferencias en la composición de las emisiones ayuda a dimensionar los riesgos de retroceder en el uso de tecnologías más limpias.
Adicionalmente, el gas natural ha sido considerado una fuente de energía "transicional" porque su combustión emite menos contaminantes y gases de efecto invernadero respecto a los combustibles fósiles tradicionales. Por esta razón, diversos planes de sostenibilidad ambiental han priorizado su inclusión en la matriz energética, reconociendo sus ventajas respecto al diésel y el fuel oil. Migrar a opciones más contaminantes, por tanto, supone un setback tanto en salud pública como en compromisos ambientales a largo plazo.
¿Qué es el Plan Aire 2030 y por qué es importante para Bogotá?El Plan Aire 2030 representa un conjunto de políticas y metas implementadas por el Distrito Capital con el objetivo de reducir la contaminación atmosférica y mejorar la calidad de vida urbana. Su enfoque primordial ha sido promover el uso de energías limpias, establecer límites de emisiones y reforzar la vigilancia de agentes contaminantes, como las partículas PM2.5 y gases nocivos para la salud. De acuerdo con portavoces de la Secretaría Distrital de Ambiente, estos lineamientos son fundamentales para proteger a la población, especialmente a grupos vulnerables como niños y adultos mayores, ante enfermedades agravadas por la contaminación.
La importancia del Plan Aire 2030 radica en su capacidad para articular esfuerzos públicos y privados hacia la sostenibilidad ambiental de la ciudad. En un contexto donde crisis como la actual amenazan con deteriorar lo avanzado, la vigencia, revisión y fortalecimiento de este instrumento de política pública resultan claves para asegurar un desarrollo urbano más equitativo y resiliente en el futuro.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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