Con eso, el Ejército aseguró este jueves que no ha sido ajeno al flagelo de la desaparición forzada dentro del conflicto armado en el país.

En la lista de uniformados víctimas de desaparición forzada hay 78 soldados, dos oficiales, 22 suboficiales, cinco conductores y cinco agentes de inteligencia.

“Hoy todavía tenemos a 112 desaparecidos a los que sus familias los reclaman”, indicó el comandante del Ejército, general Nicacio Martínez Espinel, al presentar el documento como parte de la conmemoración de la Semana del Detenido Desaparecido en Colombia.

El objetivo de la institución es “visibilizar a estas víctimas, entregar unos documentos para que sean estudiados y que la Comisión de la Verdad ayude con el esclarecimiento de los hechos para que podamos perdonarnos y alcanzar una paz verdadera”, comentó Martínez.

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Según el Ejército, entre 1997 y 2004 se presentó la mayor cantidad de desapariciones forzadas, la mayoría de ellas en circunstancias en las que los uniformados no estaban el servicio.

En cuanto a las circunstancias de las desapariciones, 89 víctimas estaban de permiso, 13 en medio de combates, cinco hacían inteligencia y cinco más llevaban a cabo labores de servicio.

El Ejército aclaró que los responsables de las desapariciones de militares fueron en 68 de los casos las Farc, hoy desmovilizadas y convertidas en un partido político, seguidas del Eln, organización a la que le atribuyen la desaparición de 10 militares.

En 33 casos no se ha establecido el responsable del hecho y de una persona se perdió el rastro luego de sufrir un accidente aéreo laboral.

Dina Rojas, hija del sargento segundo José Vicente Rojas, secuestrado el 2 de noviembre de 1992 en un retén ilegal instalado por el frente 34 de las Farc en la región de Urabá antioqueño, hizo parte de la actividad de este jueves.

“Mi papá nos llevó a vivir con él a mi mamá, mi hermanito y a mí. Yo tenía cinco años y cuando desapareció quedamos abandonados, sin saber qué hacer”, comentó Rojas.

Actualmente, ya con 31 años, “todavía no sé nada de él y sigue siendo muy duro afrontar la vida así”, agregó.

Para el presidente de la Comisión, el sacerdote jesuita Francisco de Roux, la entrega del informe por parte del Ejército es “un camino profundo hacia la verdad” ya que “es imposible llegar a una comprensión completa de lo que pasó durante el conflicto sin recibir el sentir más profundo de lo que fueron las víctimas al interior de las Fueras Armadas”.

A juicio del jesuita, “existe el convencimiento de que en la profundidad de las víctimas de esta guerra está la fuerza moral para la transformación que el país necesita”.