Hace unos días, las autoridades chilenas decidieron subir el nivel de alerta de amarillo a naranja e imponer más restricciones de acceso al volcán Lascar, el más activo del norte de Chile, en la región de Antofagasta a unos 1.600 km al norte de Santiago. ¿La razón? Han detectado un incremento en la actividad sísmica, lo cual podría conducir a una posible erupción.

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Este volcán, cuya última erupción se produjo en 1993, se encuentra en una zona poco habitada, cerca de la frontera con Bolivia. De acuerdo con el Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin), se registró “un aumento en la sismicidad principalmente aquella asociada con la dinámica de fluidos al interior del sistema volcánico”.

“En este escenario se espera posible ocurrencia de pulsos eruptivos con columnas que superan los 5 km de altura, proyección de bloques balísticos y dispersión de ceniza en el entorno del volcán”, agregó la entidad.

En términos un poco más detallados, la alerta naranja implica que haya un mayor monitoreo del comportamiento del volcán y que se implementen más medidas para el resguardo de las localidades aledañas como San Pedro de Atacama, un poblado muy visitado por turistas locales y extranjeros ubicado a unos 70 km del Lascar.

“En este contexto y en consideración del nivel de riesgo, se ampliará de 5 a 10 kilómetros el perímetro de seguridad alrededor del cráter, restringiendo el acceso a dicha zona”, informó Sernageomin.

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El Lascar, de 5.592 metros de altitud, está en una región en la que hay, al menos, 23 volcanes que se consideran activos o potencialmente activos.

Como le dijo al diario chileno La Tercera, Susana Layana, investigadora postdoctorante del Instituto Milenio de Investigación en Riesgo Volcánico – Ckelar Volcanes, lo que ha sucedido en los últimos días con el Lascar, es un recordatorio de “la importancia de monitorear estos volcanes constantemente, que parecieran estar dormidos”, pero que “se encuentran en actividad y pueden comenzar en cualquier momento un ciclo eruptivo”.