“Si no somos duros con los narcotraficantes, estamos perdiendo el tiempo (…) y esta dureza incluye la pena de muerte”, dijo Trump este lunes en Mánchester, New Hampshire.

“Quiero ganar esta batalla, no quiero irme en siete años sin que este problema esté resuelto”, agregó, refiriéndose, como suele hacer, a un posible segundo mandato a la presidencia.

El mandatario dijo que es “posible” que EE.UU. “no esté preparado” para imponer la pena de muerte a todos aquellos que trafiquen con drogas, como sí hacen otras naciones que “no se andan con juegos” y han conseguido “no tener un problema con las drogas” porque ejecutan a los narcotraficantes.

La dependencia a los opiáceos, una verdadera crisis de salud pública en Estados Unidos, fue colocada en un lugar prioritario por el presidente republicano.

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En 2016, Estados Unidos registró unas 64.000 muertes por sobredosis, la mayoría de ellas relacionadas con opiáceos. Esta categoría de estupefacientes incluye a los analgésicos bajo prescripción médica como el oxycontin y el fentanilo, así como la heroína, a menudo mezclada con sustancias sintéticas.

El secretario de Justicia de EE.UU., Jeff Sessions, confirmó en un comunicado que su Departamento “usará la ley federal para buscar la pena de muerte (para los narcotraficantes) cuando sea apropiado”.

Los delitos de drogas en EE.UU. se juzgan actualmente de acuerdo con una ley de sentencias mínimas de 1986, que establece penas de hasta 20 años de cárcel para pequeños traficantes de drogas, y reserva la cadena perpetua para casos especialmente graves.

La ley estadounidense permite aplicar la pena de muerte en casos de narcotráfico solo cuando están relacionados con asesinatos, indicó la organización independiente Death Penalty Information Center.

Con EFE y AFP